Caperuzos pitean que el cambio climático tiene la mansaca en la Antártica

BARCELONA.- El cambio climático está causando estragos en la zona más austral del planeta y, mientras en la península antártica aumenta la temperatura, con una reducción drástica de las colonias de pingüinos en el mismo continente blanco, la temperatura baja y el hielo se expande.

El informe, presentado hoy en el Congreso Mundial de la Naturaleza que se celebra en Barcelona por la WWF y de la Fundación Vida Silvestre Argentina, prevé, de producirse esta alza, que los pingüinos Adelia perderán en 40 años el 75% de su población (ya ha disminuido en un 60% en 25 años), mientras que las colonias de Emperador, que padecen un alto grado de estrés (algunas de ellas han pasado de 250 a 10 parejas), se reducirían un 50%.

La población de pingüinos (en la Antártica hay otras tres especies no autóctonas: Barbijo, Papúa, y Macaroni, que globalmente suman una población de 5 millones de ejemplares) actúa como alerta roja de lo que está ocurriendo en el conjunto del continente ya que avisa de lo que más tarde podría ocurrir a otras especies animales que tienen allí su hábitat.

Andrés Barbosa, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), explicó que el aumento de la temperatura en la península ha provocado la reducción del hielo marino y con ello la producción del fitoplácton del que se alimenta el krill, una gamba que, a su vez, es la dieta básica no sólo de los pingüinos, sino de muchos otros vertebrados antárticos.

Su hábitat natural son las aguas cubiertas por el hielo marino durante gran parte del año que se forma en los océanos polares por congelación.

Esta situación es alarmante sobre todo en el verano austral, época de cría de las especies, ya que genera un aumento de la placa de hielo, lo que aleja a las colonias de pingüinos y sus nidos del mar, y por tanto del alimento, pudiendo conllevar la muerte de las crías.

El coordinador del programa de Cambio Climático de la Fundación Vida Silvestre, Juan Casavelos, hizo un llamado urgente a la comunidad internacional para que reduzca los gases invernadero con un nuevo acuerdo global, más allá de los acuerdos de Kioto, que se ponga como meta una ambiciosa reducción de estas emisiones de entre el 25 y el 40% por ciento hasta el 2020 (del 30% caso de Europa) y del 80% para mediados de este siglo.  (EFE)

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