Ronchas y harto dolorosas deja en la sociedad venezolana la existencia y funcionamiento de la cárcel de Tocorón, en el estado de Aragua, donde los presos cuentan, desde 2009, con muchos de los lujos que el resto de los mortales de afuera no goza.
En su mayoría capos narcos de distinto pelaje y peso, los reos cuentan con un banco informal. La idea es que con su tarjeta platino o dorada penitenciaria, abastecida por familiares o miembros de la mafia, saquen monedas para comprar sus cositas en los almacenes interiores.
A eso le suma la existencia de un local nocturno, la Disco Tokio, donde van a ponerle bueno cantantes, dijéys, animadores, bellas chicas, damas de compañía, escorts y hasta su tránsex o traves para quienes tienen otro paladar.
Ah, como el clima es su resto asfixiante en el “internado”, los muñecos cuentan con su regia piscina para ellos y sus muñecas con taxímetro.
¿Alguna otra cosita? La cárcel, la cana, la casa del jabonero o como le llamen le lleva la novedad del año: un local de apuestas para ganarse unos “reales” jugando a los caballos en hipódromos locales y del exterior.
Y un bonus track, ya que las vacaciones no serían completas si no hay su local donde jugar boliche con arriendo de zapatos especiales y todo.
Ojo, que para sobrevivir en Tocorón, catalogada como una de las canas más violentas de Venezuela, es necesario tener un arma para que lo libre de todo mal. Así los internos andan con su regio canuto y hasta granadas de mano.
Es que pese a los lujitos, esta cárcel edificada en 1982 está superpoblada: originalmente era para 900 ladrillos y ahora alberga a 7.000.