Documentos desclasificados de la CIA revelan que durante el período de tensión entre EE.UU y la URSS, los gobiernos invirtieron recursos para desarrollar y espiar avances relacionados con el control de la energía psíquica. En el territorio soviético incluso se desarrollaron experimentos con 3.000 personas, en los que se esperaba transmitir energía y hasta sanar enfermedades, solo con el poder de la mente. Una historia que parece de ciencia ficción, pero que está contenida en documentos de la CIA.
Bombas atómicas, submarinos de alta tecnología y satélites que superaron la barrera de la gravedad, fueron algunos de los artefactos desarrollados por EE.UU y la URSS en una velada carrera armamentista durante el período de Guerra Fría, en que se disputaron la hegemonía mundial. Pero la tensión fue tal, que la disputa se llevó, literalmente, a otros planos lejos del mundo material. Entre estos, el de la percepción extrasensorial.
La historia parece increíble, pero figura en documentos desclasificados de la CIA. Según un memo disponible en el archivo on line The Black VULT, durante la década de los ochentas, dos científicos soviéticos, Konstantin Buteyko y Vlail Kaznachev, desarrollaron investigaciones cuyo objetivo era desarrollar el potencial de la energía psíquica.
"En 1987 la Academia de Ciencias de la Unión Soviética otorgó 450.000 rublos al Instituto Estatal de investigaciones en Inmunología Clínica para que investigara los efectos de la dioxina, un compuesto del agente naranja, en el sistema inmunológico humano", detalla el documento.
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Konstantin Buteyko[/caption]
Por ello, es que se reclutaron voluntarios. Pero la investigación pronto abrió otra rama. "Entre 1987 y 1988 unos 3.000 pacientes fueron sometidos a tratamiento médico no tradicional en el Instituto de Medicina Clínica y Experimental [IKIEM]; este tratamiento incluyó el uso de métodos psíquicos".
Los experimentos se desarrollaron en las dependencias del Laboratorio de Tratamientos No Tradicionales, ubicado dentro del IKIEM, en la localidad de Novosibirsk, en Siberia. "El LNT brindaba a los pacientes una dieta especial y régimen de descanso", explican en el texto. En el centro se desarrollaban experimentos psíquicos con los que se buscaba "curar asma, sinusitis, alergias, bronquitis crónica, inflamación pulmonar y enfermedad coronaria". Sí, exacto; se intentaba sanar hasta problemas cardíacos con el poder de la mente.
La idea, aseguran en el documento desclasificado, era "transmitir energía psíquica al paciente". Para ello, se buscaba que el médico consiguiera conectar con el enfermo a fin de "experimentar con empatía cualquier malestar" del sujeto. Con ello, se podría dirigir de manera más eficiente la bioenergía y de esta manera, sanarlo. Casi como un hechicero que le impone las manos a un postrado.
La investigación tenía un método. Consistía en sentar a los voluntarios de los experimentos en una habitación con dos espejos cóncavos en extremos opuestos, los que -supuestamente- tenían la capacidad de "concentrar la energía psíquica". La idea fue desarrollada por Buteyko, quien se había granjeado una reputación gracias a su método de respiración, desarrollado a partir la aplicación de una cadencia respiratoria específica, similar a la del yoga.
Además de la curación, en el centro se desarrollaron pruebas respecto a la energía extrasensorial. Este campo estaba a cargo de Vlail Kaznacheev. En este caso, las pruebas consistían en someter a los voluntarios a un test en que "trataban de enviarse mutuamente imágenes de formas geométricas, como cuadrados o círculos".
Sin embargo, en el informe no detallan más respecto a como se tomaron los resultados de las pruebas. "Kaznacheyev no dijo cuántos investigadores participaron en estos experimentos ni si los militares soviéticos manifestaron estar interesados en los resultados de estos experimentos".
Todo por un submarino
El interés soviético por la investigación de fenómenos psíquicos se originó en los sesentas. Según el libro Warfare, de Martin Ebon, todo ocurrió tras revelarse una supuesta experiencia extrasensorial desarrollada a borde del subamarino estadounidense Nautilus en 1958. Desde los hielos eternos del Polo Norte, uno de los tripulantes se habría comunicado telepáticamente con una base militar de Maryland, donde le habrían transmitido una combinación de cartas, a modo de prueba.
La noticia fue revelada por la revista francesa Science et Vie, aunque se basó en un informe falso de la marina estadounidense. Lo que no era mentira, era que por entonces también había interés en EE.UU por desarrollar la comunicación telepática. En el libro Mind Wars, de Ron McRae, se afirma que para la década de los ochentas, en el país norteamericano existía "una historia de 30 años de investigaciones sobre los fenómenos psíquicos realizadas por la CIA, el ejército, la marina, las fuerzas aéreas, los marines, la NASA y la inteligencia militar".
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El mentalista Uri Geller[/caption]
Mientras, los soviéticos leyeron la historia, y al no tener certeza de su veracidad, decidieron actuar. Por entonces, las investigaciones científicas mantenían el criterio establecido por Stalin en la década de 1930, el que prohibía abordar los fenómenos paranormales. Pero si el rival había conseguido tal proeza mental desde el polo, había que hacer algo. Además, si el fenómeno era comprobable, era por tanto parte del mundo material. Por ello, decidieron lanzarse.
McRae explica que el asunto fue de tal seriedad que hasta el presidente Jimmy Carter ordenó una investigación sobre los avances soviéticos en el desarrollo de la energía psíquica. Quedó convencido tras reunirse con el mentalista Uri Geller quien le demostró el poder de la mente. Y aunque lo del Nautilus bien pudo ser un fiasco, el interés estadounidense en la materia tenía larga data. Al fin y al cabo, si habían llegado hasta la Luna, en la Guerra Fría, todo parecía posible.