Estaba tan relajadito Xiao Yunzhi, de 57 años, que decidió dar un paseíto por su ciudad, la agradable Guangyuan, en la provincia de Zichuan... en China, obvio.
Estaba en eso cuando de pronto, al pasar frente a un edificio de departamentos sintió un tremendo dolor de cabeza. Lo sintió como esas neuralgias malditas producto de la alergia, algo que sólo él creía sentir... hasta que vio cómo los demás transeúntes lo señalaban, abrían la tarasca, ponían cara de pánico y gritaban.
Xiao no pescó, pensó que su cara de dolor era tal que la gente hacía alharaca de puro ociosa. Decidió sentarse en la cuneta para pasar el sufrimiento. Se tocó la cabeza para hacerse nanái y cachó que tenía algo duro, como un mango alojado al lado izquierdo del mate.
Otro chino alarmado llegó corriendo y gritando: "¡Compadre, compadre, tiene el manso cuchillo atravesándole la cabeza!".
Xiao se tocó y ¡sí, era un cuchillo! Comenzó a gritar y en lo que demora una ambulancia ingresó al hospital, donde le extrajeron un cuchillo con 10 centímetros de hoja, operación de la que se recupera muy bien, ya que no le dañó el cerebro.
¿Y cómo llegó el cuchillo a su cabeza? La policía investigó y llegó a la conclusión de que cuando Xiao pasaba frente al edificio un tal Wu dejó su instrumento de cocina afirmado en un macetero del balcón en el octavo piso. Luego vino una ráfaga de fuerte viento y botó el fierro, que terminó en el mate de Xiao, quien vive para contarlo, pero quedó traumatizado y ahora teme que le caiga un machete desde un edificio.
