Hace tres años se perpetró el asesinato del periodista, un exaliado del reino saudita devenido tal vez en su enemigo número uno. Hoy, un informe de la inteligencia estadounidense confirmó la injerencia del príncipe heredero Mohamed bin Salmán.
El martes 2 de octubre de 2018 Jamal Khashoggi, 59 años, reconocido periodista saudí radicado en Estados Unidos, columnista de The Washington Post, llegó hasta el consulado de su país en Estambul. Se dice que fue en busca de los documentos que le permitirían casarse: su novia, Hatice Cengiz, hace algún tiempo le había dado el sí. Ese día, sin embargo, fue la última vez que lo vieron: el trámite, que en teoría no demandaría más que un puñado de minutos, fue acaso la excusa que le dio paso a uno de los crímenes más terribles del último tiempo.
Khashoggi, oriundo de Medina y criado en el seno de una poderosa familia, llegó prácticamente obligado a Norteamérica en algún punto de 2017. Ya no tenía protección: sus persistentes críticas, en clave de columnas, dirigidas a la ola de reformas que aplicó el príncipe heredero Mohamed bin Salmán lo convirtieron en algo así como el disidente saudita más insigne de Occidente.
Y eso, precisamente, es lo que inquietaba al príncipe. Quería descifrar las conexiones que sostenía el periodista con poderosas facciones de la realeza saudita para debilitar su gobierno.
"No hay un punto medio, eres un amigo o un enemigo. Jamal se quedó atrapado al medio", graficó por esos días un cercano de Khashoggi al diario The Independent.
La muerte
Un escuadrón saudita aterrizó la madrugada del 2 de octubre en Estambul. Eran alrededor de 15 tipos. Se sabría después, de acuerdo a la información que entregaron funcionarios turcos, eran agentes de inteligencia. Uno de ellos, además, era experto forense.
A ese escuadrón se le sindica como el responsable de interrogar, torturar y asesinar a Jamal Khashoggi. De descuartizarlo.
"Las grabaciones de voz al interior del consulado exponen lo que ocurrió con Jamal después de que entró ahí", le aseguró un funcionario al Washington Post, periódico donde el periodista saudí cumplía su labor. "Puedes escuchar su voz y las voces de hombres hablando en árabe. Puedes escuchar cómo fue interrogado, torturado y asesinado".
Arabia Saudita, en ese momento, salió al paso para desmentir los rumores que circulaban en torno a la figura de Khashoggi. De hecho, comunicaron que el periodista se habría marchado poco después de haber ingresado al consulado. Que no estaba bajo su custodia.
La desaparición de Jamal Khashoggi hizo ruido en Occidente: Reino Unido y Francia, sin ir más lejos, manifestaron su preocupación. Por esos días, también, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó con aplicar "un castigo severo" a Arabia Saudita si llegaba a comprobarse que era responsable del crimen.
La verdad
Finalmente este viernes, de acuerdo a lo que venía anunciando Joe Biden —aseguró que haría público el informe desclasificado de sus agencias de inteligencia— la Casa Blanca publicó un informe con la verdad del caso.
Allí, en el documento de dos páginas de extensión, se confirmaron las sospechas: el heredero al trono y líder de facto saudí, Mohamed bin Salmán, es el culpable de la muerte de Khashoggi. Como se especulaba, aprobó su asesinato porque lo veía como una amenaza para Riad.
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Mohamed bin Salmán, responsable de la muerte de Khashoggi.[/caption]
El texto concluye, en ese sentido, que el príncipe definitivamente apoya "el uso de medidas violentas para silenciar a disidentes".
Según consignó Reuters, se espera que esta misma tarde Biden anuncie acciones en respuesta por la ejecución.