No falta el amigo que desaparece del carrete sin despedirse de nadie, bajo la excusa de que va a comprar cigarros, pero lo que pasó en Canadá está lejos de ser algo normal.
Resulta que Anton Pilipa, de 39 primaveras, decidió un día dejar su casa, sus amigos y su trabajo, desapareciendo de la vida común y silvestre.
El hombre, que estaba siendo tratado por esquizofrenia, se fue en 2012 y no volvió nunca más a su hogar, por lo que en su familia simplemente esperaban lo peor.
Con el paso del tiempo, se resignaron y hasta pensaban en dónde sepultar su cuerpo una vez que la policía diera con su paradero. Eso hasta hace poco.
Resulta que Anton apareció sólo un poquito lejos de su hogar... ¡a más de 5.500 kilómetros de distancia!
Caminó más que kung fu
La policía brasileña rastreó a un vagabundo muy extraño que paseaba por una carretera en las cercanías de Manaos e intentó hablar con él. El sujeto se escabulló, pero fue retenido tiempo después.
Y resulta que las autoridades, al no saber quien chachu era y cachar que no falaba ni una gota de portugués, decidieron publicar una foto suya en Facebook, donde finalmente fue reconocido. ¡Adivinen! Sí, era Anton.
Su hermano Stefan, incrédulo, tuvo que pegarse el pique hasta tierras de la samba para identificar en persona a su broder y cuando lo tuvo al lado, no hizo más que festejar.
"Lo encontramos a tiempo. Estoy feliz de que siga vivo", soltó el sangre de su sangre, que cachó que su hermanito había sobrevivido a pura comida gourmet de los basurales.
Supuestamente, Anton habría llegado hasta Brasil sólo a dedo y viajando de polizón en camiones. ¿Para cuándo la película de Hollywood?