El dolor moral de su vida experimenta por estos días el chinito Zhang, de Taiwán, ya que su flamante esposa, Zhou, pidió el divorció al momento de consumar el matricidio, o sea, en pleno ring de cuatro perillas.
¿La razón? El muñeco de Zhang no pasaba de los 5 centímetros.
Zhou estaba desvestida para matar, pero aquello no era adversario para su King Kong, por lo que se vistió y se fue.
Y ahí cachó por qué el pobre Zhou no quiso darle anticipos de cacheteo en los seis meses que pololearon, con la chiva de que su religión le prohibía el sexo premarital.