“Disparos en mi trabajo, gente dispara, en la oficina esperando a los policías. Recen por nosotros”, fue el mensaje que Terry Pettit recibió de su hija al teléfono celular pasadas las once de la mañana de ayer y que leyó entre lágrimas a la prensa.
El posteo en Twitter relataba parte del drama que se vivía en el Inland Regional Center, un complejo de salud que entrega terapias a personas discapacitadas y con problemas de desarrollo, en el 1300 de avenida South Waterman, en San Bernardino, California.
De acuerdo con lo informado por la policía, al menos tres sujetos con traje militar, máscaras de ski y fuertemente armados irrumpieron en el lugar y comenzaron a disparar contra las personas del centro.
La masacre en los edificios y pasillos del centro costó la vida de al menos 14 personas y dejó un total de 17 heridos.
Una vez dada la alerta, llegaron al menos 150 efectivos de diversas instituciones policiales, incluso el FBI, para enfrentar la situación.
Los relatos de testigos señalaron que tras el ataque, los asesinos huyeron en un SUV negro. Con esa pista los policías llegaron a ubicar a dos sospechosos, los que en un enfrentamiento fueron ultimados por los agentes.
“Se trata de un hombre y de una mujer. Iban vestidos con ropa de asalto y llevaban rifles y pistolas”, explicó el jefe policial Jarred Burguan.
