El gusto de quedar con así la piel de gallina distingue a ciertos europeos, que sin darle tiempo a la sesera, se meten apenas empieza el invierno, en el Hemisferio Norte, a las gélidas aguas del mar o ríos.
Los que llevan años en esto son los habitantes de Praga, en la República Checa, que con varios tragos de copetengue en el gaznate se fueron ayer de piquero al río Vitava.
La idea de estos compadres es celebrar el haber pasado una Navidad bien comida y tomada.
No importa que el termómetro marque apenas cero grados, lo principal en sonreír y darle al nado.
Una tradición igualita tienen los habitantes de la porteña Tenby, en Gales, Reino Unido. Sólo que los “tenbienses” se disfrazan para nadar y chapotear en el mar.
Es más, la movida es una tradición que lleva 42 años y es por una buena causa: juntar libras esterlinas para obras de caridad.
Esta vez fueron más de 600 british los que se metieron al agua helada, claro que vestidos de Viejo Pascuero, sirenas, luchadores de sumo y un cuantuay de disfraces.
La idea es congelarse, reír, tomarse un traguito al salir y contribuir a una buena causa.