Por casi dos décadas, Diego Castro ha investigado a fondo el fenómeno ovni y, desde hace un tiempo, se propuso divulgar todo lo que sabe, convencido de que más pronto que tarde, se confirmará que ya hace años los extraterrestres llegaron aquí. “Estos seres se están mostrando a los mejores aviadores del mundo, porque saben que son muy creíbles”, dice.
—Dije: ¿por qué este señor, de un alto cargo de un país como Canadá, que es un G8, una potencia, está diciendo semejante cosa?
Hasta ese minuto, una tarde de marzo de 2007, Diego Castro —psicólogo clínico formado en la Universidad Alberto Hurtado y docente, dedicado esencialmente a la psicoterapia de adultos— probablemente había manifestado el mismo interés que cualquier otro podía tener por la vida extraterrestre. Desde luego, se tomó el tiempo de mirar las películas de Alien y E.T. o la ochentera Alf, cuyo protagonista homónimo era su alienígena favorito. Pero eso y no mucho más. Tampoco había padecido ninguna experiencia paranormal. Apenas puede narrar la de su padre, quien junto a otras personas en un camping de Morrillos, cerca de La Serena, hace ya varias décadas se dejó atraer por un conjunto de luces que se movían más rápido de lo normal. Al otro día, en algunos diarios, lo anunciaron como un avistamiento ovni desde varios lugares del país.
Pero, entonces, Castro se detuvo en un video de Paul Hellyer, el exministro de defensa de Canadá, quien aseguraba contar con información de “muy buena fuente” de que “gobiernos de distintos países tenían relación con especies extraterrestres”.
“Necesitamos persuadir a los gobiernos para que desclasifiquen lo que saben”, exhortó la exautoridad. “Algunos sospechamos que saben bastante”.
—Y eso, para mí, marcó un antes y después.
Esa declaración, Castro la delimita como el punto de partida de un trayecto de casi dos décadas donde ha investigado a fondo el fenómeno ovni y sus implicancias. Y ahora, ya cansado del estigma que pesa sobre el asunto —está súper ligado al tema de “se volvió loco”, dice—, se puso manos a la obra y busca compartir todo lo que sabe, de a poco, para sensibilizar a tiempo.
—¿Cómo compatibilizas la psicología con el fenómeno ovni? ¿Sientes que, desde ese campo, quizás puedes aportar algún valor agregado?
—De todas maneras, creo que está súper ligado. ¿Por qué? Porque hay muchos miedos detrás de este tema. Hay un miedo colectivo súper importante, está súper estigmatizado, y creo que el hecho de la psicología, de conocerte a ti mismo, también implica ir superando ciertos miedos, miedos interiores, para también después abrirte a otras cosas. Creo que hice un proceso interno, en terapia, como para dejar ciertos miedos y que después de que se me abrió el espacio, justo se dio esta declaración de este ministro, ¿no? Creo que están ligados y, además, creo que como psicólogo, uno tiene herramientas para descartar la locura. Eso es súper importante en este caso, sobre todo porque el tema ovni está súper ligado al tema de “se volvió loco”.
—Hay mucha gente que no cree cuando alguien habla del tema, se les mira de reojo o con cierto resquemor…
—Sí, porque está vista como cualquier otra historia conspiranoica, como la Tierra plana o que el hombre no llegó a la luna. Hoy estamos en una sociedad muy conspirativa, porque hay mucha desconfianza al poder, a las organizaciones, pa’ qué hablar ahora del caso Hermosilla, que es una bomba..., entonces, hay tanta desconfianza en la autoridad y en los mandos de poder, que empiezan a emerger muchas conspiraciones, porque al final la conspiración está basada en la desconfianza. Por ejemplo, esto de que hay un grupo de personas que me quiere de alguna manera manipular. Entonces, lamentablemente, este tema también cae en eso, pero no es así. Esto data de hace muchos años y hay personas muy importantes en la historia que han hablado del tema. Y yo al primero que vi fue Paul Hellyer, él fue un poco el que marcó el tema.
—Hablaste de que como psicólogo tienes más herramientas…
—Sí, lo otro que te quería decir en relación a la psicología es que, como nosotros tenemos herramientas para descartar la locura, a mí también me ayudó eso, para ver si estas personas estaban locas o no. Las personas que hablan este tema.
—Hacer un diagnóstico, ¿no?
—Claro. Yo siempre trabajo en la primera lógica, que son tres opciones cuando alguien dice algo. La primera es que puede estar loco, es decir, una psicopatología, un delirio, está imaginándose cosas. La segunda es que miente, y ahí habría que entender por qué miente y qué es lo que gana con la mentira. Y la tercera opción es que está diciendo algo que es cierto para él. No tiene por qué ser una verdad, alguien te puede decir algo que puede ser falso y tú creerle también, pero al menos él cuenta que es cierto. Entonces, por ejemplo, en la primera opción, la locura, es fácil de descartar en alguien como Paul Hellyer: primero por la edad, porque esto él lo dice pasados los cincuenta años, y desde la psicología sabemos que los brotes psicóticos, por ejemplo, no se dan pasados generalmente los treinta años. Entonces ahí tenís un dato duro. Además de que, a medida que más años tienes, la probabilidad de que te dé es mucho menor. Eso por un lado. Después, alguien para llegar a un cargo como el de Paul Hellyer tiene que pasar por muchos exámenes psicológicos. Su mente tuvo que haber sido evaluada muchas veces en distintas instancias. Eso principalmente.
—En este tema particular el desafío pareciera ser discernir qué es falso y qué es verdadero. Entiendo que es muy bajo el porcentaje de fenómenos que se ven en el cielo, digamos, no identificados.
—Lo que cambió, ponte tú, en UFO o en ovni, del antiguo al nuevo, es en relación a nuestra tecnología. Hoy tenemos la tecnología para medirlo. Antiguamente, una persona en un campo veía algo pasar y decía: vi algo que no identifiqué. Pero eso que no identificaba podría haber sido un globo, un helicóptero o cualquier cosa. Y lo que cambia ahora es que hay organizaciones, como los militares, que tienen alta tecnología, sobre todo en Estados Unidos, y que han medido esto. Hay sensores para medir movimientos que según la física actual el ser humano no ha logrado hacer y que no está ni cerca de hacerlo. Hay que distinguir muy bien la paja del trigo. Y yo, ¿cómo distingo la paja del trigo? Por eso este método que tengo, de empezar por la locura, seguir por la mentira y llegar a la verdad me ayudó mucho a discernir eso, porque hay mucha gente que te vende humo también.
—Es un tema que vende bastante…
—Hay gente que ha hecho negocios y te vende cosas. Pero eso pasa con gente que no es de altos cargos. Es súper importante que la gente entienda: que dependiendo de quién hable, va a ser cuánto gana alguien con la mentira. Por ejemplo, en el tema de Paul Hellyer ya descartamos la psicopatología, pero también puede estar mintiendo este señor. Ésa es la segunda derivada. La pregunta es: ¿qué gana Paul Hellyer con la mentira? Y cuando tú te pones a investigar a personas de altos cargos como él u otros psiquiatras, de Harvard y de otros lados, que he estudiado, lo que ellos hacen cuando se meten en el tema es matar su carrera laboral. Quedan como locos.
—Imagino que hay mucho en riesgo y es mucha la pérdida en caso de mentir...
—Exacto. Es más, no hay ganancia. Hay muchas personas que piensan: ya, este gallo cuenta esto porque se quiere hacer conocido. Pero depende de quién, po. Si me estái hablando de alguien que después te vende alguna cuestión, está bien. Pero gente seria, de altos cargos del gobierno o de universidades top, tú te dai cuenta de que en realidad es un desprestigio. Son cuestionados.
—Hay ciertas teorías de que los ovnis no son extraterrestres sino naves de países con programas secretos militares. ¿Qué otras teorías has escuchado a lo largo de este tiempo y por qué no calzan o por qué no terminan de cerrar?
—El tema que decías es en relación a si puede ser tecnología de grupos secretos, ¿no? Ése es otro tema que se ha desarrollado bastante. Mucha gente te dice: no, es que estos son programas secretos de grupos que están fuera de los gobiernos y que manejan una tecnología muy avanzada. Y claro que puede ser una posibilidad. Pero hasta cierto punto, ¿por qué? Porque lo que se ha logrado captar a través de radares, de sensores militares, es tan fuera de lo común que hay físicos muy importantes, como Michio Kaku, que dice que nosotros no tenemos un entendimiento físico para explicar esto. Hay algo de la teoría física que ni siquiera logran los más capos entender cómo lo hacen. Eso por un lado. Y por otro, además de lo que se está registrando físicamente como datos, por ejemplo hay un UFO que sigue David Fravor, este aviador top gun de los Black Aces, que lo persiguió en 2004 si no me equivoco. Ahí hay un UFO que vuela ochenta mil pies en un segundo, y eso está captado por distintos radares. Ahora, la pelea que hay entre el Congreso y el Pentágono es desclasificar esa información. Pero eso ya está registrado. Entonces, la fuerza que tendría que soportar un ser humano para volar ochenta mil pies en un segundo es algo que, según la física que nosotros entendemos, es imposible. Y además, no cabe en la lógica de que, imaginemos de que tenemos un programa ultrasecreto, fuera de todos los gobiernos y de toda autoridad, ¿por qué voy a ir a mostrar mi última nave, de última tecnología, y me voy a instalar justo donde entrenan los aviadores más top de Estados Unidos?
—Claro, no tiene sentido...
—No tiene absolutamente ningún sentido. Entonces ése es otro argumento súper lógico. Si yo soy una organización ultrasecreta que tiene estas naves, bueno, ¿por qué me voy a ir a mostrar? Además es interesante, porque en el caso de David Fravor, que es este aviador, el Tic Tac —le dicen así porque es igual que el dulce— se encontraba en su línea de vuelo pero más abajo, pegado al mar. Y a él le pide la torre de control suspender el ejercicio, y este gallo dice, pero ¿por qué? Entonces, este gallo va, con otra aviadora, y mientras la aviadora se queda arriba dando vueltas, él baja al mar en espiral. Y cuando va bajando, esto empieza a subir, y cuando llega casi a su misma altura, se dispara a ochenta mil pies, ¿cachái? Estos son eventos que, oh, cambiamos la ruta y justo me pillé... no, no: este objeto se fue a instalar ahí intencionalmente para que lo viera el mejor aviador norteamericano y para que su testimonio después saliera a la luz. Esto no es casual, esto es intencional. Estos seres se están mostrando a los mejores aviadores del mundo, porque saben que son muy creíbles, son gente entrenada por varios millones de dólares. Se van a mostrar intencionalmente para que esta gente salga y hable.
—¿Crees que en estos años de estudio que le has dedicado al tema se ha visto alguna progresión en cuanto a si hay o no vida extraterrestre?
—Ha habido una progresión, pero todavía hay mucho que hacer. Este es un tema muy en boga en Estados Unidos. A Trump, que es candidato presidencial, le preguntaron hace una semana respecto al tema UFO y dijo que es la pregunta que más le hace la gente. Esto es algo muy importante, pero hay una estigmatización tan fuerte que las personas ni siquiera se dan el tiempo para mirarlo.
—Pero da la impresión de que igualmente se habla muchísimo más que en antaño, como con lo que pasó con el Congreso estadounidense el año pasado.
—Completamente. Lo que ha pasado desde el 2017 hasta hoy, ha avanzado más que en los últimos treinta o cuarenta años. El 2017 comienza de manera muy potente con el New York Times. Leslie Kean hace una investigación que revela que el Pentágono tuvo un programa de investigación de UFOs desde el 2007 hasta el 2012, donde se destinaron poco más de 20 millones de dólares. Y ahí aparece Luis Elizondo, que es este señor que hace poco sacó un libro que se llama Imminent y que estaba a cargo de este programa. Eso cambió la opinión pública. Salió la cosa de por qué el gobierno dice que esto no existe, cuando en realidad se comprueba que hay un programa que tiene cinco años, pero que en verdad se piensa que duró más de diez años.
—¿Por qué si un medio de comunicación tan reputado como el New York Times libera una info tan importante, no se ha replicado tanto como supone un fenómeno así?
—Hay miedo, en general. Hay varios tipos de miedo. Da miedo que existan los extraterrestres porque Hollywood nos metió la idea de que nos vienen a matar. Hace poco fui a ver Alien: Romulus, porque quería ver cómo andaba la última Alien, y es lo mismo de siempre: te vienen a asesinar. Buena película, en todo caso, me entretuve, pero está eso. Tú analizas el cine y en el 95% te vienen a matar, menos E.T., Alf, Mi amigo Mac y alguno buena onda por ahí. Está esa idea, muy potente. Está lo otro, también, de que el ser humano proyecta en lo desconocido sus propios miedos. Nosotros, como especie, hemos sido súper agresivos entre nosotros, siempre el más grande domina al más chico. Nuestra historia está llena de guerra. Entonces creemos que si llega una civilización superior, nos llega a matar. Está, por ese lado, el miedo a lo extraterrestre propiamente tal, y lo otro es la estigmatización: quedar como un loco.
—¿Y por qué esa imagen que propone Hollywood?, ¿es por un tema de esconder información, crees tú?
—Sí, completamente. Incluso, se ha comprobado que en la década de los cincuenta se hizo el panel Roberts, que fue algo que hizo la fuerza aérea norteamericana para desprestigiar a todas las personas que hablaran del tema. Y hay movimientos importantes dentro de los militares para hacer algo así, eso se ha comprobado. Hollywood responde a eso también: a generar miedo para que ni siquiera lo miren, para dejarlo simplemente en una fantasía.
—El año pasado David Grusch dijo al Congreso que Estados Unidos tiene naves “no humanas” junto a “sus pilotos fallecidos” y las oculta. También entiendo que había hecho una denuncia por represalias. ¿Ése fue un punto de inflexión?
—Eso fue una noticia bomba. Para terminar rápida la cronología: el 2017, sale lo del New York Times; el 2020, el Pentágono reconoce unos videos que habían aparecido de aviadores persiguiendo UFO; el 2021, el Pentágono hace el primer informe ufológico obligado por Trump —y por eso es tan importante que Trump salga, desde mi punto de vista, independiente de lo político—, es uno de los pocos presidentes que le puso la soga al cuello al Pentágono. Dejó amarrados unos fondos para el Covid, pero con la obligación de que el Pentágono hiciera el primer informe ufológico, y es la primera vez que lo confirman. Eso es súper importante. Allí se reconoce que de 140 casos, uno se pudo explicar de manera natural, y del resto ninguno se explicó. No dicen obviamente que es extraterrestre, pueden ser amenazas rusas o chinas, aunque ya entendimos que es muy difícil que sea así. Y el 2023 sucede lo de Grusch, y aquí es súper importante entender una cosa, porque esta persona es alguien que tenía acceso a todos los programas de inteligencia militar en el Pentágono. En el Pentágono son alrededor de 25 mil personas y la jerarquía está dada por la cantidad de acceso a programas secretos que tú tienes. Entonces, a medida que tú tienes más credenciales de acceso a información, más alto estás: él estaba en una de las más altas. Y acá vemos una guerra de instituciones porque el Congreso le exige al Pentágono hacer una investigación, y Grusch toma esa investigación. En esa investigación, encuentra que hay cuarenta testigos que están o estuvieron en programas de ingeniería inversa (entender cómo funciona algo) de naves extraterrestres. Y que había cuerpos, que algunos traían estos pilotos. ¿Y qué pasa con Grusch? Que, cuando empieza esta investigación de más de un año, le empiezan a cortar acceso a programas a los que él antes tenía acceso. Eso nunca le había pasado y se asusta. Va donde el inspector general del Pentágono, Thomas Monheim, y le dice: oye, mira, a mí me pidieron hacer esto, pero me están cortando accesos, no sé qué hacer. Y este inspector, que es una policía interna, agarró esa información, fue a esos cuarenta testigos, los entrevistó y llegó a la conclusión de que lo que dice Grusch es creíble y urgente. Y tuvo que ir al Congreso norteamericano, a estos senadores que están empujando esta causa, a explicarles por qué lo que decía Grusch era creíble. Esto no es solamente alguien de un alto cargo militar que la soltó, ¿no? Sino que pasa por un proceso interno y eso le da mucha más validez.
—¿Cómo es posible ocultar algo tan potente, como lo que dijo Grusch, y por qué?
—Respecto a la represión de la información, va a depender de la organización que tú hables. Porque los intereses, por ejemplo, de un Estado pueden ser distintos a los del Pentágono. La principal es el Pentágono, son los militares, porque han derivado tecnologías de estos programas de ingeniería inversa. Han sacado ingeniería, han tratado de mover nuevas tecnologías. El problema es que les ha sido muy difícil y se la han tenido que dar a privados, empresas como Lockheed Martin, Boeing, ¿ya? Y ahí hay otro tema legal: que cuando se sepa esto, es tan potente que va a quedar una embarrada no solamente en la población, etc., sino que en organizaciones. Hay cientos de organizaciones y hay ciertas empresas que han sido beneficiadas por el Estado.
—Va a ser un tema político, económico, de todo…
Va a explotar por todos lados. Y eso es lo delicado. Cuando tú ya reconoces que existe algo, que existen naves y especies extraterrestres, es que se te viene una avalancha de preguntas. Y en esa avalancha, va a caer mucha gente.
—Cuando habló Grusch, enseguida hubo resistencia. Desde medios, expertos, que parecieron bajarle el perfil a su testimonio.
—La resistencia, como te digo, va a depender de distintas personas. Los medios de comunicación, por ejemplo, tienen una tremenda resistencia a hablar, pero creo que va un poco por el miedo colectivo que hay en relación al tema, y también a la estigmatización, creer que esto es humo. Piensa que Grusch, antes de decir esto en el Congreso, lo dijo un mes antes en un programa en NewsNation con un periodista que se llama Ross Coulthart, que es un investigador australiano. Grusch dijo lo mismo: que había naves, cuerpos, y no salió en ningún medio, ¡en ninguno! Entonces, aquí hay una pauta. Los intereses de la industria militar son tan potentes…, piensa que la industria militar es la industria que más mueve en el mundo. ¿Tú sabís cuánta plata recibió el Pentágono este año? 820 mil millones de dólares. Dicen que el 16% del impuesto norteamericano, del que paga el gringo día a día, se va al Pentágono y un gran porcentaje de eso se va a la industria militar. Entonces, imagínate con esa cantidad de plata la cantidad de medios que podís mover para que no te salga nada en la pauta.
—Si se confirman estos testimonios, la información que corre, a nivel mundial, política internacional en especial, ¿cómo podría impactar este asunto?
—Creo que en muchos casos, hay muchos factores que podrían generar una crisis mundial. Está el miedo: piensa que un virus que mató a un porcentaje mínimo de la población nos tuvo dos años encerrados. Con los extraterrestres, ¿qué va a pasar con la religión y los fanáticos religiosos? ¿Qué pasa con el mundo musulmán? Por un lado, hay un gran miedo que pueda pasar por ahí y, por otro lado, creo que una de las motivaciones de contar que existe esta tecnología es que es súper grave, si lo piensas. Porque piensa que, como dijo Grusch, en los treinta cae un ovni en Magenta, Italia, en la época de Mussolini y diez años después, por medio del Vaticano, le entregan esta nave a Estados Unidos. Eso dice Grusch, y que está la documentación. Imagínate: estamos hablando de hace ochenta años más o menos. Hace ochenta años, ciertos grupos de poder del gobierno tienen tecnología no humana y que han querido guardar para sacar una ventaja tecnológica. ¿Qué pasa si esa tecnología se le hubiese dado al mundo académico, a las universidades? ¿Qué pasa con el desarrollo de la energía? Porque, por lo que se entiende, estas naves no funcionan con combustible, no tienen una expulsión de algún tipo de sustancia, como nosotros tenemos. Entonces, qué pasa si yo tengo una tecnología que no requiere combustible. ¿Cuánto poder hay detrás? Te cambia la economía brutalmente. Súmale el cambio climático, que tiene que ver con la contaminación también, con la cantidad de carbono que ponemos en la atmósfera, quizás estaría resuelto cincuenta años teniendo esta nueva tecnología. Hay implicancias súper potentes ahí. Y mucha gente se tendría que ir presa, derechamente.
—De confirmarse todo, nuevamente. ¿Qué sería lo ideal, para ti, en términos de la entrega de información?
—Mucha gente está hablando en Estados Unidos de que sea gradual, porque el shock que puede generar de golpe es muy fuerte. Y por eso yo estoy tan motivado en comunicar esto, yendo a diferentes medios de comunicación a empujar. Porque creo que es importante que la gente vaya asimilando la información.
—Cuando te propusiste divulgar esta info, ¿qué tenías en mente?
—Yo estoy tratando de entregar la información de la manera más resumida, más concreta, con mejores fuentes a las personas que están en los medios. Obviamente no puedo forzar a nadie a hacer nada, pero gracias a Dios hay personas que se han abierto para hablar del tema.
—¿Qué es lo que a nivel personal más te ha llamado la atención de este fenómeno durante los años que lo has seguido?
—Lo que más me ha llamado la atención del fenómeno en sí, es que tiene que ver con un cambio de conciencia. Como te digo, hay que dejar muchos miedos, y ahí lo uno con la psicología: hay que dejar muchos miedos interiores. Vivimos en una sociedad con mucho miedo y para enfrentar este tema uno tiene que soltar algunos de esos miedos para poder apenas mirarlo, ¿no? Y pa’ mí ha sido una experiencia muy bonita, porque lo que yo te estoy contando en realidad debe ser un 20% de lo que sé. Hay muchas cosas que yo sé que no puedo hablar, porque primero hay que definir si existe o no. Estamos en una etapa de definir si existen estos extraterrestres o no. Primera parte del proceso. Después viene todo el resto de información, que se va a ir dando, y que yo feliz la compartiría, pero que ahora no la puedo compartir.
—¿Por qué no?
—Porque lo que he aprendido con este tema es que, a medida que vas hablándolo, hay personas que te pueden escuchar hasta cierto límite. Porque después genera miedo, la persona te deja de escuchar. Y he aprendido hasta dónde alguien está dispuesto a escuchar.
—Para seguir con esta divulgación, ¿tienes algún proyecto en mente?
—Yo tengo un podcast, que se llama Experiencias de otro planeta, pero más que nada eso fue para mostrar a otras personas, sale el tema ufológico obviamente, pero así 100% dedicado a la ufología no tengo. Tengo mi página web también y mi Instagram donde también subo temas de ufología, de psicología. Y creo que va a ser muy bueno cuando esto salga más a la luz, porque va a haber mucha gente con miedo, con preguntas, y yo puedo ayudar un poco a esclarecer eso. Es un miedo colectivo que existe y es importante ir soltándolo, botándolo.
—¿Crees que en algún momento se puede superar el estigma sobre este asunto de la vida extraterrestre?
—Sí, de todas maneras. Estamos en un proceso de desclasificación, y va a seguir pasando. Y esto no es algo que sólo agarra al Pentágono o al Congreso: Stanford, que tiene la Fundación Sol, que está con académicos top a nivel mundial como Garry Nolan, un inmunólogo brillante que tuvo que estudiar a personas que entraron en contacto con naves, la CIA llegó a pedirle que estudiara biológicamente a estas personas. Está Avi Loeb, que es un gallo que ha escrito más de mil papers, fue director del departamento de física de Harvard durante más de nueve años. Está el mundo académico moviéndose potentemente. Está también la Nasa, que hizo la primera conferencia de ovnis. Hay distintas organizaciones que se están abriendo al tema, y esto es un movimiento, te diría, bastante amplio.
—¿Algún día se mostrarán las naves efectivamente, los cuerpos?
—Yo creo que nosotros vamos a estar vivos para eso. Vamos a vivir el contacto con otras especies, pero antes, primero, tiene que entrar esta información de a poco y eso es lo que estoy tratando de hacer.
—¿Los extraterrestres serán malévolos u hostiles?
—Hay un razonamiento lógico, para mí, de por qué estos seres no serían malévolos y que es súper importante comunicar. Es lo siguiente: nosotros sabemos con la astronomía hoy que existen los planetas B, que ya se saben dónde están y no están ni tan cerca ni tan lejos de su estrella, al igual que nosotros. Se ha descubierto, gracias a la astronomía, que hay cientos. Y el que está más cercano es Próxima Centauri, que está más o menos a cuatro años luz. Entonces, si sabemos que el planeta más cercano está a cuatro años luz, y sabemos que existen estos seres que vienen a este mundo, quiere decir que tienen una tecnología un millón de veces más avanzada que la nuestra. Porque si nosotros con suerte estamos queriendo llegar a Marte, quiere decir que si alguien llegó acá, alguna especie llegó acá, per sé tiene una tecnología infinitamente superior a la nuestra.
Y si nosotros todavía estamos acá conversando, en una entrevista, quiere decir que esos seres no nos mataron.