Hace 26 años Yasmin Fostok abrió sus lindas pepas verdes en medio de una familia musulmana de Inglaterra. Omar Bakri Mohammed era un clérigo de esta religión con fuertes normas y todas sus hijas usaban velo y no mostraban ni un centímetro de piel.
Pero Yasmin creció y se dio cuenta de que los preceptos religiosos no iban con ella. Más encima, su padre la obligó a casarse con un hombre de orígen turco al que no amaba. A sus 16 años, la joven decidió que no era esa la vida que buscaba y se fue de su hogar.
Para peor, a su padre lo deportaron al Líbano por considerarlo "odioso", ya que desde su púlpito llamaba a la guerra santa y cosas por el estilo.
Sola en Londres, Yasmin comenzó una vida llena de vicios y tentaciones. Incluso quedó embarazada y hoy es madre soltera de un niño de tres años.
Para ganarse la vida, decidió que lo mejor era bailar en el caño, aprovechando que es más rica que la pichanga del Portón, y que el Pulento la dotó con un inmenso par de ojos verdes y unas curvas que harían chocar a cualquier califa.
"Mi padre no tiene ninguna influencia sobre mi conducta. Sus creencias no me influyen, soy una persona adulta", dijo mientras se subía al caño de un local nocturno al sur de Londres y provocando el delirio de los británicos.