Poco a poco la aparente fortaleza que mostraba el líder Muammar Al Gaddafi se terminó por caer a pedazos. y ahora son sus mismos colaboradores los que piden una urgente intervención internacional para detener el gobierno de un "loco", mientras, la fuerza de los que quieren la salida del dictador se acercan cada vez más a la capital Trípoli.
Fue Ibrahim Dabbashi, embajador adjunto de Libia ante la ONU, el que pidió una mano a su pueblo, le dio la espalda a su líder y llamó a los demás países a "frenar la matanza" en su país.
"El fin del régimen está cerca. Pido a todos nuestros diplomáticos que no tomen ninguna instrucción de Trípoli y dejen saber a los países donde están que ahora representan al pueblo", lanzó en la asamblea.
La misión libia en la ONU afirmó que dejó de responderle a Gaddafi, a quien definió como "un loco e inestable. Aguantará hasta el último momento, hasta que lo maten o se suicide", remató, según consignan agencias internacionales.
Mientras el dictador se quedaba solo en la ONU, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) aseveraba que estaba lista para actuar en terreno africano. "Seguiremos realizando consultas a fin de estar preparados para cualquier eventualidad", señaló el secre general, Anders Fogh Rasmussen.
La agencia Reuters consignó que los rebeldes ya se tomaron la ciudad de Zawiyah, ubicada a 50 kilómetros de la capital Trípoli, y que están preparados para la "batalla final", donde enfrentarían a unos seis mil mercenarios y al Ejército.
En una entrevista de TV, Seif Al Gaddafi, hijo del líder, señaló que no dejaran el país a un "puñado de terroristas". "El plan A es vivir y morir en Libia, plan B es vivir y morir en Libia, el plan C es vivir y morir en Libia", lanzó.
Por su parte, Muammar Al Gaddafi habló con un grupo de partidarios y los instó a defender "Libia, el petróleo y la dignidad".
"El pueblo que no me quiere no merece la vida", lanzó, según EFE.