El flaco David Thomas Rees se dio el lujo de dibujar sus monitos en revistas gringas tan cototas como Rolling Stone, GQ, The Nation y Harper's Bazaar hasta que en 2010 se aburrió y decidió hacer lo que más quería en la vida: sacarle punta a los lápices.
¿Aló? Sí, afilar lápices de grafito en forma artesanal y personalizada. Jura que las puntas de sus lápices no se quiebran y además les hace un grabado y otras cosillas.
Todo por 31 lucas máximo. ¡Y tiene 2 mil clientes!