Imagínese que sus papis lo hubiesen favorecido al nacer con nombres paltones como Roberto Angelini, Eliodoro Matte, Horst Paulamann, Bill Gates o Francis Huaick Yphán. Ahora cierre los ojos y sueñe con que un gil le depositara en cuenta corriente durante la mitad de un año el sueldo de ellos.
Algo parecido fue lo que vivió durante siete meses Paul Carter, un suertudo operario británico de 54 años, cuyo nombre -por esas casualidades de la vida- es el mismo que el de un consejero del condado de Kent, quien cada fin de mes recibía sagradamente un suculento sueldo.
Vivaracho el hombre, como contó el diario british "The Telegraph", los primeros seis meses no dijo nada, pero cuando recibió su séptimo sueldo y al saber que la secretaria del consejero puso el grito en el cielo al ver que a su jefecito le faltaban lucas, tomó sus cosas y se marchó del país con unos 320 mil de los verdes. Para que se haga una idea, algo así como unos 160 millones de pesos chilensis.
Hasta la fecha los afectados siguen tras los pasos del suertudo hombre para que les devuelva el dinero, pero de él, era que no, ni huellas.
