Hungría busca impulsar el crecimiento de su población con el nacimiento acelerado de bebés antes que con inmigrantes. Acusan postura xenofóbica y la valoración de la mujer como meras "máquinas" de maternidad.
Hungría quiere impulsar la natalidad con regalos fiscales, asociados a la defensa de los valores tradicionales, lo que está desatando la indignación de parte de la población.
Unos están de acuerdo con una política familiar voluntarista; otros se niegan a traer al mundo a "bebés para Orban". Muchos acusan que el gobierno está dirigiendo un persecución anti-inmigrantes.
El primer ministro húngaro, Viktor Orban, es uno de los dirigentes que más se ha opuesto a la inmigración en Europa, pero también un defensor de las políticas familiares en un país amenazado por el envejecimiento de su población.
"Queremos niños húngaros. Para nosotros, aceptar la migración supone rendirse", dijo el 10 de febrero en su discurso anual de la nación, anunciando una nueva serie de medidas para alentar a las parejas a tener hijos.
"Conservador y tradicional"
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Viktor Orbán es un detractor del aborto[/caption]
Con este "plan de acción para la protección de la familia", que se suma a las primeras medidas de 2016, Hungría se presenta como el país europeo que más invierte en política familiar.
"Refleja un punto de vista profundamente conservador y tradicional", donde "el trabajo de las mujeres están en detrimento de la maternidad", estima Dorottya Szikra, socióloga en la Academia de las Ciencias húngara.
Hungría, que pierde habitantes desde 1981, podría ver como su población pasa de los 9,7 millones de habitantes actuales a 6 millones en 2070, según estimaciones nacionales.
Reducir el número de abortos ha sido uno de los objetivos del primer ministro Viktor Orbán, que, desde el inicio de su mandato, ha apostado por animar públicamente a las mujeres a dar a luz a sus hijos