Parecía película de James Bond el aeropuerto de Viena, donde ayer se produjo el intercambio de espías más cototo desde el fin de la Guerra Fría, entre el otrora bloque soviético y los Estados Unidos.
Directamente desde Rusia, un avión Yak-42 y un Boeing 767 gringo se posaron sobre la losa para el intercambio.
Diez presuntos espías rusos deportados de Estados Unidos fueron canjeados por cuatro rusos que cumplían condena por trabajar para los servicios secretos estadounidenses.
Entre los humanoides estaban los descubiertos el 27 de junio onda topos en Gringolandia y que fueron acusados y llevados a juicio.
Por los rusos, hay tres oficiales del servicio secreto que se habían dado vuelta la chaqueta y cobraban para los yanquis, además de un científico espía.
Tantas eran las medidas de seguridad en el aeropuerto, que algunos pasajeros sicoseados juraban que los maceteros, los lookers, las maletas no eran maletas, sino que sapos onda Maxwell Smart camuflados.
Y circulaban puros gallos con abrigos beige, gorros y lentes oscuros, y algunos juraban que se oía una musiquita onda Misión Imposible.