La Cata y el Guille dijeron "yes" ante caleta de mirones

Claramente el matrimonio de William y Kate, Duques de Cambrigde, o simplemente el Guille y la Cata, se convirtió en el "rial carrete del siglo".

Mil 900 invitados con las mejores pintachas del planeta asomaron a primera hora, mientras dos mil millones de tevitos asistieron a la boda desde su casa. Esto sin contar los ciberñoños que también estuvieron al tanto del cocido.

En una atmósfera con tradiciones del año de la pera, la boda se celebró en la abadía de Westminster, escenario de todos los grandes acontecimientos reales británicos desde 1066. 38 reyes fueron coronados allí y muchos despedidos también, como es el caso de la mamá del novio, Lady Di.

CEREMONIA DURÓ MENOS QUE VIRAJE DE LAUCHA

El que se paró al baño, no cachó el minuto exacto del matrimoneo. Es que fue realmente corto.

Un par de minutos después de la espectacular entrada de la novia en el templo, con un vestidito que se cachaba a la legua que no era de oferta, los tórtolos dieron el yes, yes.

Por su lado el Guille llegó vestido de rojo y negro, uniforme de la Guardia Irlandesa del Ejército británico. Los más románticos recordaron al príncipe de la Cenicienta.

Como cobrándoles los platos rotos de otros, el obispo de Londres, Richard Churches, fue majadero con el cuento de la permanencia del matrimonio. Dijo "Acordaros de lo que es importante en la vida, y sed generosos".

Después de los votos, William le chantó el anillo a la Cata, con algunos problemas técnicos.

Él decidió no usarlo y algunos malos pensados altiro salieron con el cuento que no quería que lo cacharan que ya estaba "married".

Mientras esto transcurría, Harry tenía flor de peluseo con la Pippa. Bueno, dentro de lo que ellos se pueden permitir, un par de ojeadas y risas apretadas.

Después de poner las millonarias atrás del altar, los novios salieron a saludar a los miles de representantes de la familia Miranda en las afueras de la abadía.

LOS INVITADOS

Fue imposible no captar entre el mar de sombreros raros a los Beckham. Ricardo y Ricarda se veían impeque. A ella ni se le notaba el encargo a París.

También apareció Elton John, que cuando le preguntaron porque no cantó, éste dijo: "es que no era un festival". Shhh y ¿El matrimonio de la Lady Di, si?

Mister Bean llegó bien fooooome. Hasta fue difícil ubicarlo entre tanto vejestorio real.

De los políticos, el más dicharachero fue David Cameron quien, a punto de entrar al templo dijo: "Creo que la gente de todo el mundo estará mirando este gran momento histórico, y verá lo mejor de Gran Bretaña, y que hacemos las cosas muy bien".

Entre los más ilustres las que dieron la nota alta fueron las duquesas de York (hijas de Andrés y Sara Ferguson), por las tenidas de miedo que se mandaron para la ocasión. ¡Tas que eran feos los vestidos!

En cambio, la Reina Isabel II, llegó de amarrillito pato y sombrero a juego, dicen que quería verse más moderna y lo logró, no representaba más de 100 años.

También estuvieron presentes la reina Sofía de España, los príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, y los príncipes de Holanda, Guillermo y Máxima.

EL ESPERADO PIQUITO

Después de la ceremonia, los duques regresaron en carroza descubierta al palacio de Buckingham.

En el camino saludaron ya más relajados a todos los admiradores de la realeza, que no escatimaron en gritos y aplausos.

Dura la tuvo la poli que en la gran avenida contuvo a un millón de personas, llegadas de todos los rincones del mundo. Desplegaron cinco mil agentes por toda la ciudad  en un evento que, según primeras estimaciones, fue visto por dos mil millones de mortales en 180 países.

Finalmente los novios llegaron al famoso balcón del palacio para el tradicional beso, lo que de alguna forma selló este cocido para el pueblo en general.

Aunque medios chiquiturris los patitos, los british se volvieron locos y aclamaron a la japy pareja.

El resto de las actividades, el almuerzo que ofreció la reina y la cena del padre del novio, fueron más bien "intimas", con no más de 700 invitados.

¡Aaahhhh! Pero cuando la noche reine en London, el Palacio de Buckingham perderá la solemnidad y aparecerá el llobri. El edifició se transformará en una gran discoteca, carrete que fuer organizado por Harry y Pippa (los hermanos péndex de los novios), obvio.

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