La estadounidense Mandi Hamlin jamás pensó que a sus 37 pepas, en los que ya conoce el Kamasutra al revés y al derecho, viviría una experiencia tan humillante como la que le ocurrió en el aeropuerto de Texas, Gringolandia.
Por culpa de la estricta norma anti metales que los gringos despacharon después del atentado a las Torres Gemelas, la pobre mujer fue obligada a sacarse un aro que tenía traviesamente incrustado en su pechito derecho.
Los agentes de Seguridad y Administración del aeropuerto de Texas obligaron a que la mujer se cortara el pedazo de metal con un pequeño alicate.
Mientras Mandi detrás de una cortina oscura intentaba cortar el arete cual flaite corta un candado con un napoleón, los guardias se reían y hacían bromas respecto al tamaño de las partes íntimas de la pobre pasajera.
Es por eso que la chicoca contrató una abogada parada en la hilacha, que ya interpuso una demanda contra el aeropuerto para que le pidan disculpas a la chicoca por hacerle pasar la vergüenza más grande de su vida.