La agrupación de “Los Santos”, en Australia, le prohibió su medicación a la pequeña de 8 años y no llamaron a una ambulancia hasta 36 horas después de su fallecimiento porque creyeron que resucitaría.
Un tribunal australiano condenó a catorce miembros de una secta religiosa, conocida como Los Santos, por la muerte de Elizabeth Struhs, una niña de ocho años con diabetes Tipo 1, a quien se le negó insulina durante casi una semana.
La menor falleció en enero de 2022 en su hogar en Toowoomba, tras sufrir cetoacidosis diabética, una condición que provoca un nivel de azúcar en la sangre mortalmente alto.
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Durante el juicio
El juicio, que se llevó a cabo en la Corte Suprema de Queensland, comenzó en julio de 2024 y contó con la participación de 60 testigos.
Hace unos días se determinó que el tratamiento de Elizabeth fue retenido por decisión del grupo religioso con la convicción de que Dios intervendría para sanarla.
Su padre, Jason Struhs (53), y el líder del grupo, Brendan Stevens (63), fueron condenados por el delito menor de homicidio involuntario. Otros doce miembros del grupo, incluyendo la madre y el hermano de Elizabeth, recibieron la misma condena.
Ninguno de los acusados aceptó representación legal ni entregaron declaraciones de inocencia, por lo que el tribunal tuvo que ingresarlas en su nombre.
“No se puede dudar de que Elizabeth fue cuidada con amor en casi todos los aspectos”, declaró el magistrado, Martin Burns. “Sin embargo, debido a una creencia singular en el poder curativo de Dios, se vio privada de lo único que definitivamente la habría mantenido con vida”, finalizó.
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Días sin asistencia médica
La fiscal Caroline Marco describió a la menor en sus últimos días: “Hablaba poco, necesitaba ayuda para ir al baño y era incontinente”. También señaló que la niña habría sufrido vómitos, letargo extremo y pérdida de conciencia mientras su familia y la congregación oraban y cantaban por su recuperación.
Según los otros fiscales, los acusados no hicieron ningún intento de llamar a un médico y esperaron 36 horas después de su muerte para notificar a las autoridades, convencidos de que Elizabeth iba a resucitar.
El tribunal también escuchó que Elizabeth ya había estado en grave peligro en 2019, cuando fue ingresada en el hospital por un coma diabético, pesando tan solo 15 kg. En ese momento, se diagnosticó su diabetes y se le indicó que necesitaría inyecciones diarias de insulina.
Durante el juicio, se reveló que Jason había proporcionado insulina a su hija mientras su esposa estaba en la cárcel, pero posteriormente cedió ante la presión de la congregación y aquello empeoró luego de su bautizo.
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Creencias radicales que terminaron trágicamente
El grupo religioso, que no está afiliado a ninguna iglesia establecida en Australia, cuenta con unos 24 miembros y según testimonios, sus creencias se han vuelto cada vez más extremas.
Brendan Stevens, líder del grupo, defendió sus acciones ante el tribunal y calificó el juicio como “persecución religiosa”.
Por su parte, Jason Struhs insistió en que su hija aún podría resucitar y dijo entre lágrimas que “Elizabeth solo está durmiendo y la volveré a ver”.
En contraste, Jayde Struhs, hermana de la víctima, testificó en contra del grupo. Ella escapó del hogar y de la secta a los 16 años por su orientación sexual y denunció: “El sistema le falló a mi hermana”.

Sentencia pendiente
El juez Burns determinó que los acusados no podían ser condenados por asesinato, ya que no se probó que tuvieran la intención de matar a Elizabeth o de causarle daño grave. Sin embargo, dictaminó que los catorce eran culpables de homicidio involuntario, al haber participado en conjunto en una acción que resultó en la muerte de la niña.
Sumado a esto, Jayde Struhs levantó una demanda contra el gobierno de Queensland por la ineficacia del Departamento de Protección Infantil, puesto que la institución cerró el caso de su hermana en 2019 sin investigar en profundidad su situación.
Se espera que la sentencia se dicte el próximo mes, mientras la comunidad sigue consternada por la tragedia de Elizabeth Struhs y las consecuencias de un fanatismo religioso que costó la vida de una niña que pudo haber sido salvada con un simple tratamiento médico.