Una de las gracias de ser periodista es tener acceso a lo más top y más encima sin pagarlo. A muchos reporteros rajuelas les llega de todo, incluso un nuevo Porsche Turbo 2010 para que lo prueben y escriban sobre él.
Esa es la fabulosa vida de Peter Cheney, un periodista fifí que labura en The Global Drive, un sitio donde muestran lo último en tocomochos.
Cheney se llevó el Posche a su palacete y lo estacionó en su pulento garage, donde estaría seguro y él podría salir a pasearse con el codo afuera, posom.
Pero su hijo adolescente recibió a un lote de amigos y le pidió con ojitos de gato Shrek si les podía mostrar el toco, Cheney quiso mostrarse un papi loléin y comprensivo, así que le tiró las llaves con cualquier estilo.
Diez minutos después sintió un pencazo en el patio que le dejó el quetejedi en la garganta. Corrió, el tiempo se detuvo y cuando asomó la ñata al garage, el Posche Turbo 2010 estaba hecho mi... añicos, estampado, incrustado, reventado en la puerta del estacionamiento.
Tras media horas de pegar patadas a los muebles y retar al lolo, sacó la voz y llamó a los directivos de Porsche, quienes le dijeron que en realidad vendió las patulecas, pero el seguro cubriría todo. Y le pasaron otro Porsche.
(Agencias)