Luchador hasta la muerte

Todos los colores existentes en la política de Estados Unidos se fusionaron la noche del sábado 25 de agosto para convertirse en negro absoluto, en señal de un estricto luto por la muerte de John McCain a causa de un tumor cerebral.

El héroe de guerra y eterno luchador del Partido Republicano nació en la zona del Canal de Panamá el 29 de agosto de 1936, en la Base Naval Aérea de Coco Solo. Era hijo del oficial naval, John S. McCain, perteneciente a la armada norteamericana, razón por la que estudió en más de 20 colegios debido a la obligación de su padre de mudarse constantemente.

Durante la adolescencia destacó por sus grandes habilidades en lucha romana, una disciplina olímpica. Muchos creían que ese sería su futuro. Pero tras graduarse, en 1954, siguió los mismos pasos de su progenitor y abuelo: ingresó a la Academia Naval de Estados Unidos, en Annapolis.

Una vez terminados sus estudios militares se incorporó por propia petición como piloto a su primera gran lucha: la Guerra de Vietnam, de cuyas batallas se llevó varias cicatrices. Es más, en su misión 23 fue impactado por un cohete y herido en sus dos piernas, lo que lo convirtió fácilmente en prisionero hasta el 15 de marzo de 1973, cuando fue puesto en libertad.

Por su participación fue condecorado con la Estrella de Plata, la Legión de Mérito, la Cruz de Aviación por Servicio Distinguido, la Estrella de Bronce y el Corazón Púrpura.

Al mundo de la política llegó en 1982, específicamente a la Cámara de Representantes y cinco años después dio el gran salto al senado, donde fue reelegido en los años '92, '98 y 2004.

Tanto en el ámbito militar como en el político ganó sus luchas. Sin embargo, nadie se retira invicto y una de las más importantes la perdió en 2008 ante Barack Obama por las presidenciales. No obstante, nunca se hizo a un lado y estuvo siempre presente en las discusiones.

¿La más bullada? Se mostró a favor del acuerdo de Unión Civil entre homosexuales, pese a estar en las filas del conservador Partido Republicano.

Justamente desde esa bancada no le dio respiro a Donald Trump, actual mandatario norteamericano, a quien no tuvo tapujos en criticar por su gestión desde que asumiera la presidencia en el 2017, luego que éste mirara en menos su servicio en la Guerra de Vietnam.

Por eso, al perder su última gran batalla contra el tumor cerebral que lo afectaba, sus cercanos saben que ganó la disputa mediática contra el actual presidente norteamericano y no fue con una movida de lucha, sino que con un jaque mate sacado del ajedrez al pedir su último deseo: "Que Donald Trump no asista a mi funeral".

Ganó después de morir...