Es conocido en el ambiente farandulero el gusto de la familia Gaddafi por llevar artistas de fama mundial para animar sus fiestas, a los que les pagaban hasta un millón de dólares por show.
Ahora que el régimen de Muammar Al Gaddafi enfrenta una rebelión, los artistas que hicieron sus performances en el norte de África recién se están pegando el alcachofazo para quién actuaron. Una de las arrepentidas es la cantante pop Mariah Carey.
"Fui ingenua y no tenía conocimiento de a quién iba a cantarle. Me siento horrible y avergonzada de haber participado en este lío", aseguró a la revista "Us magazine" la ex de Luis Miguel, quien fue contratada para cantar en 2007 durante una fiesta de fin de año en la topísima isla de Saint Barts.
"Al final, somos los artistas los responsables de nuestros actos. Ésta es una lección para que todos los artistas aprendan", remachó la cantante, quien en ese tiempo no donó su palo verde.
Quienes sí regalaron la plata de sus shows fueron Nelly Furtado, la ricarda Beyoncé y los raperos Usher y 50 Cents, quienes recibieron honorarios similares por sus actuaciones, según EFE.
Pero la artista que se pasó para consecuente fue Jennifer López, quien rechazó actuar para el clan Gaddafi, incluso cuando le ofrecieron la friolera de dos millones de dólares.
Por otro litro, el ministro de información venezolano, Andrés Izarra, confirmó los deseos de Libia para que el país llanero cree una comisión internacional con el objetivo de negociar una salida pacífica al conflicto entre el gobierno de Muammar Gaddafi y los grupos rebeldes que exigen su salida.
El anuncio fue criticado por países europeos y Saif Gaddafi, hijo del líder libio, quien contó que "los venezolanos son nuestros amigos, pero están lejos y no tienen idea de la situación".