Fuerzas de seguridad hondureñas chocaron con cientos de seguidores del derrocado presidente Manuel Zelaya que desafiaron un toque de queda frente a la embajada de Brasil, donde éste se refugió tras ingresar pa' callado al país con intención de volver al poder.
Policías y militares dispersaron con gases lacrimógenos, carros lanza-agua y una antena que emitía un sonido ensordecedor a los manifestantes, que se defendieron con piedras en una batalla campal que dejó decenas de heridos y varios detenidos, según testigos.
Cientos de miembros de las fuerzas de seguridad se habían desplegado a la madrugada alrededor de la sede diplomática, adonde Zelaya llegó el lunes por sorpresa, agudizando la peor crisis política en América Central en décadas.
Brasil aseguró que no tolerará acciones contra su representación en Tegucigalpa y sopló que estudia pedir que se reúna el Consejo de Seguridad de la ONU.
Washington urgió también a respetar la inmunidad de la sede diplomática.
"Están atacando la embajada de Brasil, con sonidos estridentes para enloquecer a la gente que está aquí, están atacando con bombas la embajada de Brasil", piteó Zelaya.
Luego de ser dispersados, seguidores del derrocado mandatario se congregaron en otros puntos de la capital, pese a las medidas restrictivas dictadas por el gobierno de facto.
Micheletti, que prolongó el toque de queda hasta esta mañana, desechó un asalto a la embajada: "Nosotros vamos a ser respetuosos a lo que mandan las leyes nacionales e internacionales, si él (Zelaya) quiere quedarse viviendo allí unos 5 ó 10 años, no tenemos ningún inconveniente en que viva allí", voceó.
LULA PIDE A MEL 1, 2, 3 MOMIA
Que Zelaya se quede quietecito y no abra mucho la boca pidió Lula da Silva, el presi de Brasil, que le ha prestado todo el ropero al bigotón. El guaripola garoto cree que así el gobierno de facto de Honduras no se meterá a la embajada a sacar de un ala a su protegido.
Mientras, desde el interior de la embajada, el encargado de negocios brasuca, Francisco Catunda Rezende, piteó que se están quedando, además de incomunicados, sin agua y sin comida.