Agonizó por tres días y murió de deshidratación extrema. La pequeña Savannah Hardin, de nacionalidad estadounidense, fue obligada a correr durante tres horas sin parar por su abuela y su madrastra en castigo a una travesura: comer dulces y no reconocerlo.
Según los testigos, la niña fue obligada a correr sin parar el viernes pasado. Finalmente, la madrastra de la menor llamó a la policía a las 6.45 de la tarde, diciendo que Savannah estaba teniendo un ataque y que no respondía. Roger Simpson, testigo del asesinato, cuenta que la vio corriendo, "pero no creí que eso la iba a matar".
La chicoca finalmente falleció este lunes en un recinto asistencial de la zona, de acuerdo a un comunicado de prensa oficial del alguacil. La autopsia constató que la niña estaba muy deshidratada y tenía un nivel muy bajo de sodio. Un patólogo dictaminó que la razón de muerte fue por homicidio y actualmente las dos implicadas están en la cárcel esperando sentencia.