Se acabó la era de George Bush. Los estadounidenses no necesitaron sacarse los zapatos para echarlo de la Casa Blanca. Bastó con ir a votar y escoger al primer presidente afroamericano de la historia: Barack Obama.
El hombre de 47 años, de abuelos keniatas, hijo de madre soltera, abogado de Harvard, casado y con dos niñitas, hipnotizó al pueblo de Gringolandia y provocó que a la asunción del mando llegaran más de 2 millones de personas, que soportaron un frío que calaba los huesos para darle sus respetos al nuevo Presidente.
CUÁTICA
La ceremonia fue apoteósica como casi todo lo que hacen los gringos cuando de celebrar se trata.
Uno a uno fueron pisando la alfombra roja los invitados más cototos, entre ellos los ex presidentes Jimmy Carter, Bill Clinton y su esposa Hillary y George Bush padre, quien andaba más abrigado que un esquimal y que hasta se dio el lujo de pegarle un palmazo en el poto a un agente de la Inteligencia gringa. Chistoso, como siempre.
Hasta las hijas de Obama desfilaron sin problemas, acompañadas por una representante del Senado.
En la ceremonia tuvieron su show propio. La pequeña Sasha, de 7 añitos, disfrutaba mirando a la gente a través de los vidrios blindados de 2 centímetros que resguardaban a su padre de alguna bala loca.
Malia, a punto de cumplir 9, se divertía sacando fotos con su cámara digital para luego subirla seguramente a su Facebook y compartirlas con sus amigas.
Música de John Williams (el que hizo temas de películas como Star Wars y Superman), la voz de Aretha Franklin, de un coro polifónico y las plegarias de un cura pidiendo sabiduría para Obama, le dieron vida a una ceremonia sobria y cortita.
A continuación del juramento de Joe Biden, el nuevo vicepresidente de Estados Unidos, llegó el turno del morenito que le dio esperanzas a su país con el lema "Sí, se puede".
Barack Obama juró sobre la biblia que usó Abraham Lincoln, lo que tiene a varios gringos asustados. Recuerde que al presidente que abolió la esclavitud lo mataron...
Como Obama es malito para hablar, la ceremonia finalizó con un discurso de 18 minutos que hizo llorar a varios de los asistentes a la ceremonia.
Obama y su familia concluyeron despidiendo a George Wilbur Bush, al que no lo hacía reír ni una banda de payasos y que se fue en helicóptero junto a su gente al país de Nunca Jamás.
El resto del día para Obama fue pura celebración. Un rico almuerzo, un lindo desfile y cientos de abrazos con su familia y sus colaboradores en el futuro gobierno.
Ya hay un brother en la Casa Blanca y todo el mundo espera que cumpla sus promesas de cambio que lo llevaron a ser protagonista de este histórico momento.
SE LAS CANTÓ: "HAY QUE DEJARSE DE NIÑERÍAS"
Dieciocho minutos habló Obama. Todo improvisado, sin libreto, como a él y a sus seguidores les gusta.
En su discurso apeló a la historia de Estados Unidos, a los Padres Fundadores y a los que lucharon contra el comunismo y el fascismo. Todo lo dijo con un sentido de unidad. Partió diciendo que ya está bueno que "nos dejemos de niñerías".
"Sepan que Estados Unidos es amigo de cada nación y de cada hombre, mujer y niño que busque un futuro de paz y dignidad y que estamos listos para liderar una vez más", verseó el morenito.
"Esto no quiere decir que tengamos que hacer lo que queramos. Al contrario, nuestra seguridad emana de la justicia de nuestra causa, la fuerza de nuestro ejemplo, a través de la cualidad de la humildad", agregó.
Obama aprovechó de mandar un mensaje al mundo.
"A los países pobres los ayudaremos a que sus campos florezcan. A los poderosos, no sigamos indiferentes al sufrimiento y no consumamos los recursos del mundo", parló.