Hay gente que nunca aprendió a diferenciar los dibujos animados de la realidad, tal como le pasó al mecánico camboyano Try Sienghym, que quiso inflar a su retoño de cinco añitos igual como lo hace el gato Silvestre, el Coyote o el ogro Shrek.
Mientras estaba jugando con su hijo Sok Cambo, decidió comprobar las leyes de la física aplicadas al cuerpo humano.
Tomó una bomba para inflar neumáticos, le metió el tubo adentro de la boca al pitufín y procedió a insuflar.
El aire entró como un chiflón hasta la tráquea, los pulmones, estómago e intestino del pobre pequeñín, que quedó con los cachetes inflados y los ojos pa' fuera debido a la presión.
Inmediatamente el papi cachó que la había embarrado. Sin hacer ningún reclamo, tomó a su hijito y lo llevó a un hospital.
Cambo sufrió una distensión en la cavidad intestinal y las paredes de la guatita, pero los doctores lograron estabilizarlo y dejarlo fuera de peligro de muerte.
Después de la tallita, Sienghym declaró que estaba ultra arrepentido de su actuar ridículo, irresponsable y cruel.
En un comunicado, la policía camboyana decidió no llevarse preso al amermelado, debido a que "no existe ley contra la estupidez". Sabiduría oriental.
