Otros 21 acusados recibieron penas de entre cinco años de prisión hasta cadena perpetua.
Un tribunal antiterrorista marroquí condenó a muerte a tres hombres por el asesinato de dos turistas escandinavas, decapitadas en diciembre de 2018 en Marruecos en nombre del grupo yihadista Estado Islámico (EI).
El primero, Abdesamad Ejud, vendedor ambulante de 25 años, reconoció que organizó el asesinato con dos cómplices, Yunes Uaziyad, un carpintero de 27 años, y Rashid Afati, de 33, que grabó la escena.
Louisa Vesterager Jespersen, estudiante danesa de 24 años, y su amiga Maren Ueland, noruega de 28, fueron asesinadas cuando acampaban en un lugar aislado en las montañas del Alto Atlas, región montañosa del sur de Marruecos muy apreciada por los excursionistas.
Las dos amigas, amantes de la naturaleza, compartían el mismo apartamento, realizaban estudios de guía turístico en la universidad noruega de Bø y viajaban juntas a Marruecos con motivo de las vacaciones de Navidad.
Su periplo se detuvo a los pies de las cimas nevadas del Tubqal, la montaña más alta del norte de África, en el Alto Atlas, a 80 kilómetros de la capital turística Marrakech (centro).
Los tres hombres condenados a muerte escucharon impasibles la lectura de la sentencia.
Aunque en Marruecos son comunes las condenas a muerte, se aplica de facto una moratoria a las ejecuciones desde 1993 y la abolición de la pena capital es objeto de debate.
24 juzgados por el crimen de las turistas
Un total de 24 hombres sospechosos de estar vinculados a estos asesinatos y/o de pertenencia a una célula yihadista fueron juzgados desde comienzos de mayo en Salé, cerca de Rabat.
Los otros 21 acusados recibieron penas de entre cinco años de prisión hasta cadena perpetua.
Entre ellos figura un hispano-suizo convertido al islam, Kevin Zoller Guervos, condenado a 20 años de prisión por "pertenencia a banda terrorista". Estaba acusado especialmente de haber enseñado a los principales sospechosos a utilizar una aplicación de mensajería encriptada y de haberles "entrenado a disparar". Siempre se declaró inocente.
Su esposa marroquí rompió a llorar al oír la sentencia. Los allegados de los otros acusados no asistieron a las audiencias