El triunfo del “No” a la independencia de Escocia, que ganó con el 55,3% de los votelis frente al 44,7% de los que querían la independencia, ya tiene al primer damnificado.
El primer ministro del país del whisky, Alex Salmond, anunció ayer que dimitirá como titular del Partido Nacionalista Escocés (SNP) y como primer ministro del Gobierno autónomo tras la derrota. ¡Plop!
El hombrón que se sacrificará como William Wallace, señaló desde Edimmburg que "para mí como líder, mi tiempo está casi acabado pero para Escocia la campaña continúa y el sueño nunca morirá".
Y luego se tiró a la piscina como si fuera el corazón valiente: "Tras la votación de los miembros renunciaré como primer ministro para permitir que se elija un nuevo líder", largó.
La unión política entre Inglaterra y Escocia lleva 307 años, y con los resultados del referendum quedó claro que los escoceses priorizaron mantenerse igualitos que como estaban y no tomar una posición que implicaba incertidumbre en algunos temas de país.
Al final 2 millones de los 3,6 de residentes en Escocia rayaron el votito con un récord de participación del 84,5 %. Todos quieren seguir siendo tofies del Reino Unido.