Profesora hot de 24 hizo gritar ¡viva Chile! a alumno de 15 años

Dicen que las damas onda parrilla de gaucho y duchas en el arte del Kamasutra saben que los galanes lolitos son una fuente inagotable para gritar ¡viva Chile! onda “La Noche”... O sea, una, otra y otra vez.

Y en el agreste estado de Wyoming, en Gringolandia, la profe de español Carrie Miller, de 24 años, quería poner a prueba este califa saber popular, al elegir a uno de los 28 cabros de 15 a 16 años que exudaban testosterona por las alas y las espinillas.

Sentada en el aula del Central High School del condado de Johnson, se tomó todo el tiempo del mundo, sapeando a los muñecos. Tasó pieles menos cargadas al acné, a los ordenaditos de caracho, a los musculosines y a los lindos y piolitas. Ni miró a los nerds dientones, los car’ e auto y asopados.

Hasta que ¡bingo! uno de los lolitos le hizo tilín: un cabro regular en todo menos en el tamaño del paquetito del amor, de 15 primaveras.

Le ofreció mejorar sus notas en español, lo dejó para horas extras en clase, le hizo entender las rebuscadas y simbólicas letras de las canciones del poeta Ricardo Arjona y despacito, como en los boleros, lo llevó para lo oscuro, en una granja abandonada, en el vecino condado de Nemaha.

Durante el pasado otoño tuvo más de 60 rounds de tres y cuatro al hilo con el espinillento que creía haber alcanzado la gloria y supo qué significaba para los hispanos aquello de cumplir el sueño del pibe.

Hasta que los papis cacharon que algo raro pasaba con el cabro, ya que hablaba con voz gruesa y manaba un olor a almizcle como los alces en celo o los cachupines en leva.

Le agarraron el celu y descubrieron el romance prohibido en los mensajes de texto y los “wasapeos”. Avisaron a la poli y cuando ella y su galán retozaban en una humilde payasa ¡zaz! les cayeron encima.

Ahora la profe Carrie enfrenta cargos por asalto sexual y uso de un dispositivo electrónico para atraer a un menor de edad.

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