La última "gracia" de Kim Jong-un no pasó piola. Las principales potencias mundiales se unieron para rechazar la prueba de la "Bomba H", que causó un remezón de 5,1 grados en la escala de Richter.
El gobierno gringo fue el primero en abrir el tarro. "Condenamos cualquier violación de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y llamamos a Corea del Norte a respetar sus obligaciones y compromisos internacionales", dijo el portavoz del Consejo Nacional de Seguriad de la Casa Blanca, Ned Price.
La Unión Europea no se quedó atrás y consideró el ensayo nuclear como una "grave violación" de las resoluciones de la ONU y "una amenaza a la paz". En tanto, el ministro de Relaciones Exteriores británico, Philip Hammond, calificó de "provocación" y "violación grave" la tontera.
Francia también condenó el atropello a la razón del Kin- Jong-un y llamó a una "reacción fuerte de la comunidad internacional".
Rusia intentó bajale el pelo. "En esta situación llamamos a todas las partes a mantener la calma y no incurrir en acciones que puedan provocar una incontrolada escalada de tensión en Asia Nororiental", manifestó la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zajárova, en un comunicado difundido por Moscú.
A pesar de que son amiguis, China también le pintó monos por la tontera. Beijing exhortó a Pyongyang a "cumplir su compromiso de desnuclearización y a abstenerse de toda acción que agravaría la situación", dijo la vocera del ministerio chino de Relaciones Exteriores, Hua Chunying.
