LONDRES.- Alan Riley compró en 1987 un auto que ganó el Gran Prix de Casablanca de la Fórmula 1 en 1931. Tiempo después cachó que era una réplica, por lo que decidió olvidarse de la joyita y tirarla en el último rincón de su palacete para pasar el mal rato y el gastadero innecesario.
Tras la muerte de Riley, sus familiares encontraron el Bugatti en muy malas condiciones, pero igual decidieron llamar a un caporal en este tipo de bólidos para que le sacara la foto. En esa onda llegó David Sewell, experto que no podía creer lo que tenía a la vista.
Según explicó se trataba probablemente de una obra de Keith Butti, que en los años 80 realizó numerosas copias de distintos modelos de Bugatti, siempre de la misma manera, combinando piezas auténticas con copias. Lejos de ser una chatarra, el modelito podía valer millones.
"Fue vendido a una pareja inglesa. Creo que van a intentar correr con el automóvil, aunque para eso van a tener que reconstruir algunas cosas primero. La estimación más baja era 160 mil dólares, así que estamos muy contentos con el precio de venta", aseguró un titán de la casa que subastó el vehículo en US$ 435 mil, más de 200 palos.