Lo que parecía una amenaza por parte del Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se transformó ayer en realidad tras ordenar que se lanzara un ataque con cerca de 60 misiles de crucero, tipo Tomahawk, contra Siria.
Según informó el medio gringo NBC News, el bombardeo fue contra la base aérea de Ash Sha'irat, en la provincia siria de Homs.
El ataque se produce contra la instalación militar desde la que, según estimaciones de la Casa Blanca, las fuerzas del Gobierno de Bashar al Assad llevaron a cabo el ataque con armas químicas contra Jan Sheijun, en la provincia de Idlib.
Pese a que ni la ONU ni la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) han reportado los resultados de su investigación sobre el incidente que tuvo lugar este martes, el Gobierno estadounidense atribuyó la responsabilidad al Gobierno sirio que, por su parte, negó rotundamente el uso de materiales químicos o tóxicos en la localidad y responsabiliza del ataque a los grupos terroristas que operan en la zona.
Movimiento arriesgado
La medida podría aumentar las tensiones entre los Estados Unidos y Rusia, debido a que el vice enviado de Rusia ante Naciones Unidas, Vladimir Safronkov, advirtió hace pocos días de "consecuencias negativas" si Estados Unidos llevaba a cabo operaciones militares contra Siria.
Agregó que "toda la responsabilidad, si ocurren acciones militares, quedará sobre los hombros de aquellos que iniciaron esa iniciativa dudosa y trágica".
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