Manifestaciones de júbilo, gritos de "USA, USA", banderas yanquis y bocinas de automóviles pitando en son de celebración se escuchan esta medianoche en el centro de Washington, donde cientos de personas celebran la muerte de Osama Bin Laden.
Inmediatamente después de que corriera por Twitter y los distintos medios de comunicación la noticia de la muerte del cerebro de los ataques del 11 de Septiembre de 2001, grupos de personas, que pronto se contaron por cientos, comenzaron a concentrarse en las inmediaciones de la Casa Blanca.
La euforia se hizo palpable cuando el presidente de EEUU, Barack Obama confirmó, desde el interior de la mansión presidencial, la muerte del terrorista más buscado de EEUU en una operación militar llevada a cabo por fuerzas de EEUU en Pakistán.
En una alocución desde la Casa Blanca en torno a las 23.30 horas locales (03.30 GMT del lunes), Obama afirmó que, tras haber recibido informaciones de inteligencia fiables sobre el lugar donde se encontraba Bin Laden, en Pakistán, la semana pasada dio la orden de atacar.
"Esta noche, EEUU ha lanzado un mensaje inequívoco: no importa cuánto tiempo haga falta, se hará justicia", declaró el presidente estadounidense en su breve declaración.
La muerte de Bin Laden, líder de Al Qaeda, se produce sólo unos meses antes de que se cumplan diez años de los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono que se cobraron la vida de más de 3.000 personas.
Tras esos ataques, Estados Unidos inició las guerras de Afganistán e Irak y se inició toda una ofensiva de seguridad orientada mayormente a contrarrestar la amenaza que representaba Bin Laden.
El presidente George W. Bush, bajo cuyo mandato se produjeron los atentados, reaccionó esta noche de inmediato a la noticia de la muerte de Bin Laden y señaló que es una "victoria para Estados Unidos" que envía un mensaje claro: "no importa cuánto tiempo lleve, se hará justicia".
No obstante, el presidente Obama hizo un llamamiento a la cautela, ante la posibilidad de que la red terrorista Al Qaeda pueda querer vengarse por la muerte de su líder.
"Debemos seguir, y seguiremos vigilantes, en EEUU y en el exterior", apuntó el presidente estadounidense, pues "no cabe duda de que Al Qaeda seguirá intentando atacarnos".