Los famosos hermanos se presentaron en el Estadio Bicentenario La Florida como si el tiempo no hubiese pasado. Haciendo un repaso por su discografía completa, los intérpretes saciaron el hambre de reencuentro de su fanaticada, que después de 11 años pudieron volver a verlos en acción. Sin confeti ni cambios de vestuario, el trío fue al grano y ofrecieron lo que mejor saben hacer, un buen espectáculo.
Es como una historia de Disney, a cada adolescente que le gusta el pop, se le asigna una boy band. Las fanáticas de Jonas Brothers han crecido, pero las que gritaron a todo pulmón las canciones de la agrupación estadounidense durante la noche del 23 de abril en el Estadio Bicentenario, fueron esas chicas de fines de los años 2000 y no las mujeres que hoy bordean los 30. Muchas de ellas, recordando el evento que marcó su historia como fanáticas: el Festival de Viña del Mar de 2013, donde el trío fue el número anglo.
El show de los famosos hermanos fue una suerte de viaje musical en el tiempo, por más de dos horas el recinto de La Florida se convirtió en una celebración de nostalgia y euforia, como en la época en que abundaban los CDs autografiados y posters en revistas juveniles. Este fue quizás, uno de los reencuentros más esperados tras largos once años de ausencia.
Casados, divorciados y con hijos; así llegaron al escenario Nick, Kevin y Nick Jonas para presentar su gira “The Tour: celebrando cinco discos”, la cual los trajo a Brasil, Colombia y Perú, como parte del tramo latinoamericano. Unas verdaderas máquinas de entretenimiento que no dejaron tiempo ni para respirar, dispararon hits tras hits, y casi nula interacción con en público más allá de miradas coquetas, un par de frases y las veces en que dijeron “Chile, te amo”.
Batería de éxitos y dominio escénico
Una propuesta ambiciosa con más de 30 canciones -la mayoría en formato medley- divididas en bloques correspondientes a sus álbumes. Batería de éxitos y un dominio escénico construido a base de años de práctica en las tarimas, en una trayectoria que comenzó cuando terminaban la niñez, pero ahora zigzagueando en la sensualidad propia de la madurez.
Ya nos son los adolescentes que vimos crecer, de hecho, ni siquiera tienen la misma voz, hoy son hombres que gozan abiertamente de provocar todo tipo de sentimientos en su fanaticada.
No hay inhibiciones ni prensa amarillista preguntando intimidades; tampoco hubo confeti ni cambios de vestuario como lo hacen otros intérpretes, hoy son solo artistas ofreciendo a sus jonáticas lo que saben hacer, uno de los mejores y más esperados shows pop de las últimas décadas. Y cumplieron.