Fue la cuarta vez de la banda en Chile, pero la novedad fue la reunión de los fundadores Billy Corgan, Jimmy Chamberlin y James Iha sobre suelo nacional. No solo conectaron de forma excelente junto al resto de la banda que los acompaña en vivo, sino que también hicieron vibrar a la audiencia con una notable selección de temas en donde no faltó la nostalgia noventera y una performance que no dio tregua.
Una banda energética, potente y completamente revitalizada. Así se paró The Smashing Pumpkins a la hora de cerrar la primera jornada del Festival Fauna Primavera.
A más de 35 años de sus inicios en Chicago en los ochentas, su explosión mundial en los noventas y la serie de cambios, cierres y nuevos comienzos que protagonizó la banda a partir del cambio de siglo, su cuarta vez en Chile traía consigo varias novedades.
No solo estaba la presentación de su más reciente disco, Aghori Mhori Mei, sino que también se podía remarcar la reunión de gran parte de los miembros fundadores. Y es que a partir de 2015, tras la última visita en el Lollapalooza de aquél año, al siempre protagónico Billy Corgan se le fueron sumando nuevamente el baterista Jimmy Chamberlin y el guitarrista James Iha. De las veces anteriores en el país, nunca habían estado los tres juntos.
Aquel hecho fue remarcado sobre el escenario, con Iha bromeando que estaba tomando una siesta cuando los Pumpkins habían visitado Chile durante la última vez.
Pero eso ahora, todos juntos, estaban listos para desatar con fuerza su música que retumbó en cada rincón, incluyendo en el corazón de sus más fanáticos que clamaron por su regreso.
Iniciando con la potente “The Everlasting Gaze”, la presencia de un Corgan que demostró fortaleza, mientras portó un largo chaquetón con botones rojos, fue el catalizador para expandir la energía de la banda hacia el público, quienes desde el primer momento respondieron con saltos, brazos arriba, gritos y aplausos a una presentación que casi siempre fue estridente. Por eso no debiese sorprender que también no faltó la gente al borde del desmayo, la que tuvo que salir por sobre las barreras desde casi la primera canción.
Clave para la gran recepción que se gestó a lo largo de la noche fue la mezcla de canciones, ya que en vez de ser una mera gala de lo nuevo en el último disco, la banda se enfocó más en concretar un repaso por su larga trayectoria. Esa fue una decisión clave para el éxito de la jornada.
Después de aquella primera canción, perteneciente al disco del año 2000 que cerró la primera etapa de la banda, le siguieron hits rockeros como “Doomsday Clock” (2007), el clásico alegremente oscuro de “Today” (1993), el cual por supuesto encendió a una audiencia nostálgica, y “That Which Animates the Spirit”, que formó de su ambicioso triple disco de opera rock que se lanzó entre 2022 y 2023. De este último incluyeron también un par de canciones adicionales.
Sumando en el camino covers de U2 (”Zoo Station”) y Fleetwood Mac (”Landslide”), la única canción de su más reciente disco fue el melódico single “Sighommi”, lo que de por si es una clara señal de cómo la elección se volcó más hacia el territorio de las sandías caladas.
Es decir, un gran punto alto de la jornada correspondió a ese clásico de la banda conocido como “Tonight, Tonight”, que sacó grandes aplausos desde sus primeros acordes. La gente lo reconoció de inmediato y comenzó la euforia que no estuvo ausente en la Ciudad Empresarial.
Obviamente tampoco faltaron canciones de discos tan populares como Siamese Dream - desde la ya mencionada Today a la excelente Cherub Rock - y el de culto Adore, incluyendo aquél single cuasi homónimo que contó con aquél videoclip que tuvo a un Corgan casi convertido en un Nosferatu. Algunas fueron reinventadas con versiones diferentes al disco, pero eso realmente bien poco importó a la hora de prender a la gente.
De hecho, aunque más de 25 años pasaron de aquellos lanzamientos, los clásicos rostros de la banda nunca se vieron cansados ni menos apáticos. Todo lo contrario.
En esa ruta se gestó aquella mencionada selección que sin duda dio pie a varias de las más coreadas canciones por parte de una audiencia. La misma que mezcló mayoritariamente a la generación X y los millenials.
De ahí que, con los noventas siendo convocados con fuerza, rápidamente llego la hora de otro de los puntos fuertes de la noche: ese verdadero himno llamado 1979, sacado del también popular disco Mellon Collie and the Infinite Sadness,
Ese mismo álbum volvió a hacer vibrar cuando también salieron al baile temas incombustibles como la ya mencionada Tonight, la elocuente Jellybelly y Zero, la cual cerró la noche como una verdadera explosión de esos clásicos imperecederos. Pero también hay que decir que tanto o más importante como aquella selección fue la conexión que logró la banda con la audiencia.
Más allá de que Corgan jugase para la galería asegurando en un momento que junto a su esposa supieron que tendrían su primer hijo durante su visita en Lollapalooza, por lo que aseguró que tenía una pequeña parte de chileno, el verdadero nexo se gestó con la retroalimentación que se gestó entre una banda que puso todo sobre el escenario y una audiencia que respondió a concho durante la jornada para hacer sentir esa energía en cada rincón del Fauna Primavera.
Por eso no importó tanto que faltase un encore, y gran parte de la audiencia espero más de cinco minutos en medio de los gritos por otra canción, pues la gala de los Smashing Pumpkins fue de primerísimo nivel, recargado de riffs, una batería que no dio tregua y una excelente armonía, tanto entre los tres miembros originales que se apuntaban recurrentemente, como con sus acompañantes en vivo que no se quedaron atrás, incluyendo a la nueva guitarrista Kiki Wong que sacó varios aplausos.
Solo basta agregar que cuando una banda lo está pasando bien, realmente se nota y aquellos que aprecian el espectáculo también lo disfrutan mucho, pero mucho más. Y eso fue justamente lo que sucedió de principio a fin con esta gran presentación.