En su presentación en el Movistar Arena, la legendaria banda liderada por Steve Lukather y Joseph Williams deslumbró con un espectáculo cargado de grandes éxitos, homenajes y momentos de impecable técnica musical. Desde los himnos de Toto IV hasta sorprendentes guiños al Rey León.
Cuando uno se enfrenta a la presentación de una banda como Toto, marcada por los cambios de su alineación desde mediados de los ochentas, inevitablemente el componente de mayor arrastre es la nostalgia.
No solo por la expectativa de que los grandes hits sean recuperados, sino que también por el propio presente de una banda que no lanza un nuevo disco desde el año 2018, pero que en realidad no suma un éxito de talla mundial desde hace más de 40 años. Es decir, desde que ganaron el Grammy al Disco del Año por su trabajo en el legendario Toto IV.
Lo anterior lo refleja a cabalidad la actual formación, manteniendo al guitarrista Steve Lukather como único miembro fundador en gira, sumando en el camino a la voz de Joseph Williams, hijo del legendario compositor de Star Wars, quien es el otro integrante oficial adicional en ruedo. Y junto a ambos se acoplan varios talentosos acompañantes que dan forma a su actual tour llamado “Dogz of Oz”.
Por eso no sorprende que en medio del espectáculo, presentado en el Movistar Arena de Santiago, la actual versión de Toto inevitablemente da espacio a una breve gala de sus miembros que rememora los tiempos de Lukather trabajando en las sesiones de destacados álbumes como Thriller, subraya el hecho de que Williams fue la voz de Simba en El Rey León, por lo que se coreó el Hakuna Matata, o que el tecladista Greg Phillinganes trabajó con Stevie Wonder. Sumen el hecho de que el multiinstrumentalista Warren Ham colaboró con Ringo Starr o que el bajista John Pierce fue parte de Huey Lewis and the News, por lo que hubo un breve guiño en el camino a “The Power of Love”.
En todo ese escenario, la presentación de Toto dejó en claro el componente de viejos cracks que dieron rienda suelta al rock clásico, las power ballads y algunos covers para lucirse, ya sea en el trabajo de guitarra revisionando el “Little Wing” de Jimi Hendrix, el cual permite que Lukather demuestre por qué fue un guitarrista tan solicitado por otros artistas para colaborar en múltiples discos, o un sólido cover de “With a Little Help From My Friends” de The Beatles, más cercano al estilo Joe Cocker que al original de Starr.
Pero obviamente la atención, foco y la propia algarabía del público estuvo en la serie de temazos presentados por Toto, lo que comenzó con la energética “Girl Goodbye” y que rápidamente encendió a toda la arena con el incombistible Hold the Line, el primer gran hit en la historia de la agrupación a finales de los setentas y una de sus piezas musicales más celebradas a lo largo de la historia cortesía de su memorable trabajo de piano.
Inevitablemente en el camino de su presentación se suman canciones menos reconocidas, como ese “99″ que tributa a la película THX de George Lucas, la romántica “Pamela” o la instrumental “Jake to the Bone”, que despliega todo el manejo musical de sus miembros, pero son justamente ese tipo de temas los que permiten complementar el plato de fondo que toda la audiencia espera.
En ese sentido, el show de Toto cuenta con una buena cadencia rítmica, lo que refleja la buena selección de temas y tiempos a lo largo del concierto, permitiendo que la audiencia tenga descansos y no sea abrumada por una mera sucesión de hits. Y vaya que la banda los despliega.
Más allá de los coros pegajosos de temas como “Burn” y las power ballads “I’ll Be Over You” o “Stop Loving You”, todo se enciende hacia el final a partir de “I’ll Supply the Love” o el clásico romántico influenciado por la locura por el disco de “Georgy Porgy”.
Pero sin duda, Toto deja lo más esperado y definitivo para el final, pues el cierre de la presentación recupera al Toto IV para dar pie al clásico inmortal y galardonado de “Rosanna”, la canción que les permitió ganar la ansiada grabación del año en los Grammy, y su exitosa “Africa”, uno de los singles más vendidos de la historia, cerrando con broche de oro una presentación que dejó a la audiencia esperando un encore que nunca llegó ni estuvo planificado, pues ya nada podía superar el doble remezón que representa ese cierre.
Lo que queda entonces es una presentación que vive del pasado, pero que no es indulgente con la audiencia a la hora de satisfacer solo con las canciones conocidas, pues sus rockeros veteranos reflejan su virtuosismo y responden con más fuerza una vez que la audiencia se prende, corea y da rienda suelta a los “olé, olé, olé, olé, Toto, Toto”. Es ahí en donde la banda agradece y responde demostrando todo lo que han aprendido en sus décadas en la música. Y eso es justamente lo mejor que puede pasar en una presentación de este tipo.