El periodista Alejandro Tapia se adentró en la génesis del trío. Con cientos de entrevistas a familiares, cercanos, colaboradores y con la generosa participación de los tres prisioneros, dio forma a un relato en donde lo fundamental es la música. “Ninguno me habló mal del otro”, aclara el autor.
La historia de Los Prisioneros, aquel trío mítico de San Miguel, ha sido contada de diversas formas a lo largo del tiempo. Desde fines de los noventas, se han editado diversos libros con el recorrido de aquellos muchachos que salieron de un liceo fiscal y que querían llegar a ser tan famosos como Los Beatles. A eso se suma algunas películas, un par de series ficcionadas e incluso autobiografías que cuentan “en primera persona” el legado, vida y obra de lo construido por González, Tapia y Narea.
El periodista Alejandro Tapia (47) propone un camino distinto. En su libro Ya viene la fuerza, lanzado por editorial Club de Fans, optó por un formato periodístico clásico para contar la historia de aquellos primeros seis años que echaron raíces profundas para lo que vendría después. Es el comienzo del mito. “Me concentré en 1980-1986, momento en que publicaron sus dos primeros discos”, explica en entrevista con La Cuarta.
De las escenas de la infancia, primeros amores y peleas adolescentes se habla pero no es el foco principal: la idea del autor es presentar los hechos necesarios para configurar el puzzle de lo se terminaría convirtiendo en La voz de los 80 (1984) y Pateando Piedras (1986), discos fundaciones de un movimiento que Los Prisioneros forjaron a pulso junto a un reducido equipo de trabajo y la aparición de nombres como Carlos Fonseca (1961-2023), su histórico representante.
Algo se siente venir
De escolares sin mucho futuro a llenar estadios convertidos en ídolos de multitudes. Ese podría ser un resumen apresurado del libro que incluyó una investigación profunda y un “proceso largo” que incluye centenares de entrevistas a “testigos presenciales, obtención de documentos desconocidos, fotografías realmente inéditas y acceso a escuchar canciones que aún no han salido a la luz, y que no están en Youtube”, enumera el escritor.
–¿Cómo fuiste dando forma a este relato?
Durante el proceso de investigación me di cuenta que era imposible contar en profundidad y detalle la totalidad de la historia de Los Prisioneros, que era mi propósito inicial. Entonces me concentré en una etapa específica de la trayectoria del grupo. Opté por una narración cronológica, aunque por supuesto hay saltos temporales. También quise ocupar un lenguaje sencillo, sin florituras, ni menos opiniones ni consideraciones personales. Diría que es una clásica investigación periodística de tono biográfico sobre la primera parte de la historia de Los Prisioneros.
Además de la aparición de relatos y testigos que jamás habían sido considerados como parte de la historia prisionera, Tapia tuvo acceso a conversar durante los últimos meses con Jorge González, Claudio Narea y Miguel Tapia. La presencia y el aporte de los verdaderos protagonistas terminó de cerrar una investigación robusta a través del relato de sus fuentes más directas.
–¿Cómo lograste llegar a ellos? Hay varias acotaciones actuales y certeras de González, por ejemplo…
Fue un proceso largo. Cuando me puse en contacto con Jorge, Claudio y Miguel les aclaré desde un comienzo que el libro abordaría su primera etapa y siempre con un foco en lo musical. En todo caso, ninguno puso ninguna condición ni reparo para abordar ningún tema. Fueron muy generosos, ya que a cada uno lo entrevisté muchas veces. Además, cuando tenía dudas sobre algún personaje, locación o fecha, ellos mismos me ayudaron a dilucidar esa información. Aunque están separados hace años, vi a Jorge, Claudio y Miguel recordar con mucho cariño, orgullo y emoción sus primeros años. Ninguno me habló mal del otro. Es más, cada quien contó en profundidad el rol que le tocó en la historia de la banda. Es evidente que el gran motor del grupo fue Jorge, a quien entrevisté en varias ocasiones este año en su departamento.
–Hay relatos de técnicos, fanáticos, productores y amigos cercanos, ¿Cómo fueron apareciendo esas historias en el camino?
Como mi idea era llegar a los detalles más profundos de la primera etapa de la historia de Los Prisioneros, intuía que esas personas, algo así como “los actores secundarios”, tenían muchas historias guardadas que contar y ¡vaya que sí tenían historias!. Un número importante de ellos me comentó que nadie los había entrevistado antes y no era que fuesen el vecino de la esquina, sino que parte clave del círculo de trabajo. Me refiero principalmente a sus asistentes y sonidistas. No fue fácil llegar a ellos, pero en este tipo de investigaciones un contacto lleva al otro y así. Como no tenía ningún apuro en publicar el libro, el tiempo fue un factor relevante. Para dar con este tipo de personajes hay que tomarse cuanto tiempo sea necesario, no estar apurado ni presionado.
“No querían ser poseros”
A diferencia de lo que pudiese pensarse como estrellas del rock and roll, los años que aborda el texto estuvieron alejados de adicciones y cualquier otra historia fantasiosas de sexo y drogas. “Que no consumieran alcohol o tabaco -drogarse era impensado en ese momento- era casi una declaración de principios. Como no querían parecerse a nada de lo establecido, no les hacía sentido”, cuenta Tapia.
“Los tres prisioneros provenían de hogares que estimulaban otro tipo de pasatiempos, mucho más sanos. Y quienes lo hacían eran vistos como “taquilleros”, cosa que a Los Prisioneros les cargaba. Ellos no querían ser poseros ni nada parecido”, complementa.
Algo de aquello se ve sin duda reflejado en las letras de González para canciones como “Brigada de negro” y “Exijo ser un héroe”, por nombrar las más reconocibles.
–A casi cuarenta años de La voz de los 80, ¿Cómo el libro aborda su impacto?
Ya viene la fuerza permite entender con mayor profundidad el impacto musical y social que tuvieron Los Prisioneros, profundiza en todo lo que les costó salir adelante, a punta de convicción y talento. No hay que olvidar que Jorge, Claudio y Miguel son músicos autodidactas, que desde el principio optaron por no interpretar covers, sino que canciones originales con un sonido distintivo. También quise retratar el proceso creativo de La voz de los 80. Así, cuento en qué se inspiró Jorge para componer esos temas, cuáles fueron sus principales influencias, cómo fue el proceso de grabación de los demos y del disco. Y por supuesto, cómo fue salir a interpretar en vivo ese álbum en diversas localidades del país.
“La voz de los 80, publicado en diciembre del 84, fue un disco que demoró en despegar, porque prácticamente no lo pasaban en la radio. Recién comenzó a tomar vuelo cuando lo distribuyó EMI a partir de agosto-septiembre del 85. Y al año siguiente, de la mano de Pateando piedras. A partir de Los Prisioneros se creó una suerte de “movimiento” y muchas bandas siguieron sus pasos. Todo esto da una idea del impacto que tuvo en la escena local, pero también para la propia banda. El año 85 fue un año decisivo para la banda y se suele pasar por alto”, detalla Tapia.
–¿Quedó material a la espera de un nuevo libro sobre otro período en la historia de la banda?
Me quedé con muchísimo material sobre la época de La cultura de la basura y Corazones. Historias desconocidas de ese período. También sobre el regreso en 2001. La verdad, aún no he pensado en una segunda parte. No estoy apurado porque estas cosas toman tiempo. Mi idea es que Ya viene la fuerza tome vuelo, aterrice a su debido momento y luego pensaré en un segundo libro.
Ya viene la fuerza. Los Prisioneros 1980-1986 ya está disponible en todas las librerías del país, Buscalibre y directamente con la editorial Club de Fans acá.