A diferencia con lo que se mostró en Hollywood, la muñeca no era de porcelana y poco tenía de aterradora.
Annabelle es uno de los personajes más populares en el universo de las películas de El Conjuro. Y es que la muñeca de porcelana con un espeluznaste rostro ha aterrado a millones desde su primera aparición en 2014.
¿Pero sabías que parte de su historia está basada en eventos reales?
Annabelle es uno de los casos de los investigadores Ed y Lorraine Warren, quienes dedicaron su vida a estudiar fenómenos paranormales. Sin embargo, la muñeca real no luce nada parecida a su contraparte hollywoodense.
Contrario a lo que se ve en las películas, Annabelle no está fabricada de porcelana, sino que de trapo. De hecho, es parte de una colección de muñecas llamadas Raggedy Ann, las que se vendieron mucho en los Estados Unidos de los años 70s.
Su historia comienza precisamente en 1970 cuando una madre compra la muñeca como regalo de cumpleaños para su hija estudiante de enfermería.
Donna, de 21 años, vivía junto a una compañera en un departamento en Hartford, Connecticut, por lo que la muñeca era una forma de recordar a su madre y su familia. Nunca sospechó lo que vendría después.
Según la leyenda, la joven puso la muñeca junto a su cama y con el tiempo comenzó a darse cuenta de que esta cambiaba de posición por su cuenta. A veces aparecía con las piernas cruzadas, otras veces tumbada de lado. En ocasiones, la encontraba en una habitación diferente a la que había sido vista por última vez.
Pero eso no fue todo, ya que Donna y su compañera de departamento, Angie, comenzaron a encontrar mensajes esparcidos por su hogar, donde se leían frases como: “Ayúdame, ayúdanos”.
Las cosas comenzaron a salirse de control cuando el prometido de Angie, Lou, a quien no le gustaba la muñeca, despertó una noche de repente de un sueño profundo y se dio cuenta de que no podía moverse.
La historia cuenta que vio a la muñeca a sus pies mirándolo fijamente. En cosa de segundos, esta comenzó a deslizarse lentamente por su pierna y sobre su pecho.
Antes de que se diera cuenta, la muñeca había comenzado a estrangularlo hasta que perdió el conocimiento. Se despertó a la mañana siguiente seguro de que su experiencia no había sido un sueño y con algunos rasguños en el cuello.
Los Warren
Donna decidió tomar cartas en el asuto y pedir ayudar a una medium cuando notó que la muñeca tenía gotas de sangre en las manos y en el pecho. La mujer alertó a las chicas de la presencia del espíritu de una niña de siete años, de nombre Annabelle Higgins, quien había muerto en el lugar donde se ubicaba el departamento, pero antes de que este fuera construido.
De acuerdo al sitio web de Ed y Lorraine Warren, el espíritu le contó a la médium que se sentía cómoda con las dos chicas y “quería quedarse con ellas y ser amada”. Por compasión, Donna y Angie permitieron que el espíritu que creían que era el de Annabelle se quedara con ellas y poseyera la muñeca.
El caso llegó a los oídos de un sacerdote, quien se contactó con el matrimonio Warren, que visitaron a las chicas para revisar a la muñeca. “Llegaron a la conclusión inmediata de que la muñeca en sí no estaba poseída, sino manipulada por una presencia inhumana”, afirma el expediente del caso de la Sociedad de Investigación Psíquica de Nueva Inglaterra. “En verdad, el espíritu no buscaba permanecer unido a la muñeca, buscaba poseer a un huésped humano”.
Los Warren se llevaron la muñeca y Ed Warren le dijo a su esposa que debían evitar la autopista porque el viaje a casa no sería fácil... y tenía razón. En un momento tuvo que rociar a la muñeca con agua bendita para calmar la situación y detener el automóvil que giraba sin motivo.
“La siguiente etapa del fenómeno de la infestación habría sido la posesión humana completa”, se lee en el expediente del caso. “Si estas experiencias hubieran durado otras dos o tres semanas más, el espíritu habría poseído por completo, o incluso dañado o matado, a uno o todos los ocupantes de la casa”, añade.
Desde entonces la muñeca permanece en el Museo de lo Oculto de los Warren, en Monroe, Connecticut, donde todas las semanas es bendecida por un sacerdote.