Muertes, rayos y escalofríos: cómo “La Profecía” se convirtió en una de las “películas malditas” del cine

Aunque es un clásico del cine de terror, su producción estuvo llena de momentos escalofriantes y siempre rosando la muerte.

Durante los años 70, un productor de cine llamado Harvey Bernhard junto a su amigo Bob Munger, comenzaron a leer la Biblia para encontrar aquellas “verdades encubiertas”. Fue así como a Munger se le ocurrió la idea de una película basada en el Anticristo, sin embargo, creía que nadie debería hacerla porque “el diablo estaba trabajando y no iba a querer que se hiciera esa película”.

Sin importar la advertencia, Bernhard comenzó a desarrollar la idea y convocó al escritor David Seltzer para elaborar el guion, quien se tomó un año en tener lista la historia.

Así nació La profecía. La película cuenta la historia de un diplomático norteamericano que, tras la muerte de su bebé, decide adoptar un niño de origen desconocido que termina siendo el verdadero Anticristo.

Si bien la historia es original de Seltzer, este siempre afirmó que se inspiró en profecías anunciadas en la Biblia sobre el final de los tiempos, cuando el mundo vea la llegada del Anticristo, un hombre de habilidades políticas que provocaría una guerra global.

La Profecía

La película maldita

Pese a los reparos de algunas personas por abordar el tema sobrenatural, la película comenzó su producción en septiembre de 1975, con Gregory Peck a la cabeza del elenco.

Peck, quien estaba a punto de retirarse, decidió aceptar el papel por el elevado salario y la promesa de recibir el 10% las ganancias de la cinta. Sin embargo, un mes antes de que iniciara el rodaje, la tragedia golpeó su vida: su hijo mayor, Jonathan, de 31 años, se quitó la vida.

Ese fue el primero de una serie de incidentes que hicieron pensar a muchos que la película estaba maldita y que no debió realizarse.

A pocas semanas de la muerte de Jonathan, el avión que trasladaba a Peck a Londres fue alcanzado por un rayo, produciendo un daño severo en una de las turbinas, aunque sin consecuencias letales para los pasajeros.

Pero no fue el único en vivir eso, ya que el avión del productor ejecutivo de la película, Marc Neufeld también fue alcanzado por un rayo en su camino a Londres, además, el día después de irse, el hotel en el que se había alojado con su esposa fue bombardeado por el Ejército Republicano Irlandés.

Siguiendo con los aviones, ya en medio del rodaje, el equipo iba a alquilar un jet privado para llevar Peck al set, sin embargo, un retraso en la filmación provocó que no fuera necesaria la presencia del actor. Lo que nunca sospecharon fue que al día siguiente, el mismo jet que ellos iban a rentar, chocó contra una bandada de pájaros y se estrelló, matando a todos los que estaban a bordo.

Lo más aterrador fue que el jet chocó contra un automóvil que circulaba por la carretera al estrellarse, donde también fallecieron sus ocupantes: La esposa y los dos hijos del piloto del avión.

Otro momento que provoca escalofríos ocurrió luego de filmar una secuencia en el zoológico, donde el niño que interpretaba al demoníaco Damien molestó tanto a los babuinos que comenzaron a asustarse, por lo que llamaron a un cuidador de animales para que los ayudara; Al día siguiente, un tigre lo atacó y lo mató.

Pero quizás el resultado más estremecedor de esta “maldición” fue lo que le ocurrió al supervisor de efectos especiales John Richardson. Una de sus grandes secuencias de efectos especiales en la película fue una en la que un personaje es decapitado por una lámina de vidrio. Mientras trabajaba en su siguiente película en los Países Bajos, Richardson y su asistente sufrieron un accidente automovilístico y su asistente fue decapitado. La leyenda dice que el accidente ocurrió cerca de un cartel en la calle que decía “Ommen, 66,6 km”.

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