Las conversaciones tienen un impacto más positivo del que imaginamos.
¿Te reíste demasiado fuerte?, ¿hablaste demasiado sobre una película? o, ¿te trabaste al pronunciar una palabra? Muchas veces nos torturamos con pequeños errores que cometimos y dejamos completamente de lado todo lo bueno que entregamos en una reunión.
Puede ser que te encontraste con alguien en una cita o, para una entrevista de trabajo. Cual sea el motivo, nos preocupamos más de la cuenta y los estudios indicaron que solemos ser más apreciados de lo que pensamos.
El estudio del gusto
El artículo publicado en la revista académica Psychological Science, incluyó a 118 participantes de talleres en el Reino Unido y a 102 estudiantes de primer año de Yale, con una distribución equilibrada entre mujeres y hombres.
Los participantes se emparejaban con otra persona para mantener una conversación que variaba en duración y después de ella, los participantes evaluaban:
- Cuánto les había gustado su compañero de conversación.
- Cuánto creían que habían agradado a su compañero.
Además, habían personas encargadas de observar las interacciones y calificar señales de gusto como risas, sonrisas o gestos positivos, para analizar si estas señales podían predecir el gusto real entre los participantes.
Finalmente, se concluyó que en conversaciones cortas, promedio y largas, las personas a menudo tienen una visión más crítica de sí mismas que la que tienen los demás y los observadores externos indicaron que las señales positivas eran evidentes para otros, aunque no siempre para los involucrados.
¿Por qué sucede?
Después de las conversaciones, las personas tienden a centrarse en sus supuestas deficiencias y a caer en autocrítica negativa, lo que las lleva a subestimar cuánto les agradan realmente a los demás.
Las personas proyectan sus propios pensamientos críticos en los demás, asumiendo que los otros comparten sus percepciones negativas. Este sesgo puede llevar a la creencia de que los demás las ven tan negativamente como ellas mismas.
Además, las conversaciones a menudo implican un grado de cortesía y enmascaramiento social, donde las personas no expresan completamente sus sentimientos reales. Esto puede generar incertidumbre sobre cuánto agradan realmente a los demás.
En general, la ansiedad en las interacciones sociales puede hacer que las personas sean demasiado cautelosas y asuman que su interés por los demás no es correspondido, sin embargo, debemos combatir todos los pensamientos que nos evitan ver la amable realidad.
Evita la “brecha del gusto”
Reduce la brecha entre lo que percibes de ti mismo y lo que realmente sienten los demás, permitiéndote disfrutar más de las interacciones sociales con los siguientes consejos:
- En lugar de centrarte en tus posibles errores o en lo que crees que hiciste mal, trata de ser más amable contigo mismo. Todos cometemos errores y eso no define cómo los demás nos perciben.
- Observa las señales de aprecio y disfrute de los demás, como su lenguaje corporal, sonrisas o risas.
- Reconoce que tu mente puede ser más crítica contigo misma de lo que realmente corresponde. A menudo, las percepciones negativas sobre ti no reflejan la realidad.
- En lugar de enfocarte en cómo te perciben, concéntrate en disfrutar de la interacción y en la conexión genuina con la otra persona. Esto puede reducir la ansiedad y mejorar la experiencia para ambos.
- Si es posible, pide retroalimentación a personas de confianza sobre cómo te perciben en las interacciones. Esto te ayudará a tener una visión más objetiva y precisa de cómo los demás te ven.
Las conversaciones son una oportunidad para conectar con los demás. Al relajarte y estar presente, puedes dejar de sobrepensar cómo estás siendo percibido y disfrutar más del proceso.
Además, ahora no estás solo, ¡la ciencia te respalda!
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