‘Ser de alto valor’: los controvertidos nuevos estereotipos que triunfan en redes sociales

Composición: @hugo.monteagudo (Tiktok) / @martinaerregue (Tiktok)
Composición: @hugo.monteagudo (Tiktok) / @martinaerregue (Tiktok)

Un movimiento viral que categoriza a hombres y mujeres según su supuesto valor en el mercado de las citas gana popularidad en TikTok, mientras expertos advierten sobre sus efectos nocivos.

En los últimos años, términos como “hombres de alto valor” y “mujeres de alto valor” han ganado popularidad en redes sociales como TikTok y YouTube. Promovidos por influencers y gurús del crecimiento personal, estas ideas proponen una fórmula para alcanzar el éxito en lo económico, físico y emocional.

Los hombres de alto valor son definidos como aquellos que destacan por su éxito económico, redes de contactos influyentes y un modelo de vida que prioriza la autosuficiencia y el control. Según gurús como Kevin Samuels, estas características incluyen ganar más de $10,000 dólares al mes, tener aceptación social entre otros hombres de ‘alto valor’ y mostrar confianza inquebrantable.

Según la periodista, Anna Iñigo, estos discursos manifiestan “regresar un poco a la idea del hombre cazador, pero actualizada al contexto actual. Beben de estas tendencias ultraliberales de tener dinero, de ser capaz de proveer, de ser emprendedor. Y también de estereotipos naturalmente sexistas, de no dejarse llevar por las emociones, de tener mindfulness, mindset, de mostrarse siempre seguro, de alcanzar el perfeccionamiento corporal”, declaró a La Vanguardia.

@hugo.monteagudo

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Por otro lado, y según las influencers que promueven el concepto, “una mujer de alto valor es aquella que es femenina y que, por consecuencia, se deja ayudar. Se deja cuidar (…) Una mujer de alto valor es aquella que deja que los hombres la conquisten, la persigan. No entretiene a hombres que no demuestran suficiente interés. No le impresionan las palabras, sino las acciones”, señala la influencer, Martina Erregue.

Para los hombres, el ideal de “alto valor” parece atado a una masculinidad tradicional adaptada al contexto moderno. Por otro lado, las mujeres de “alto valor” son presentadas como seres casi perfectos que combinan feminidad, belleza física y una actitud de exclusividad que las lleva a depender de hombres que las “merezcan”.

Sin embargo, estos discursos no están exentos de controversia. Según diversos expertos, presentan una visión limitada de lo que significa tener valor como persona, reduciéndolo a cumplir con estándares rígidos de éxito económico, físico y emocional que muchas veces perpetúan desigualdades de género.

Críticas a la superficialidad del concepto

Muchos críticos destacan que la popularización de estos términos en redes sociales está más vinculada al marketing del “desarrollo personal” que a un verdadero enfoque en el bienestar integral de las personas. Según la youtuber Sabrina Tortora, del canal Preguntas Incómodas, este fenómeno funciona como una industria que vende promesas aspiracionales: desde cursos y libros hasta mentorías exclusivas, todo para alcanzar un ideal que, para la mayoría, es inalcanzable.

Además, existe una fuerte presión social en las comunidades que siguen estos discursos, especialmente entre jóvenes que buscan validación en un mundo cada vez más competitivo. “Usan trucos de psicología para hacer sentir miserables a un montón de hombres que por la razón que sea no se sienten felices con sus vidas. (…) creando un contenido extremadamente tóxico que apela a emociones muy fuertes como la ira, la vergüenza, la soledad y la frustración. Y luego venden que para no sentirse así hay que ver sus videos o comprar sus cursos”, explicó la youtuber.

Una visión alternativa

Aunque términos como “alto valor” parecen tener un atractivo innegable, analistas coinciden en que necesitamos redibujar nuestras ideas de éxito y valor personal, priorizando la autenticidad, la diversidad y el desarrollo emocional genuino. Si bien el crecimiento personal es importante, no debería estar atado a cumplir con estándares restrictivos o perpetuar desigualdades sociales, más allá de lo que dicten las tendencias o el gurú de turno.

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