Una investigación sobre el “impacto ambiental oculto de la IA” eleva la preocupación sobre las consecuencias de la revolución de la IA en la crisis climática actual.
Desde que explotó la tendencia en los últimos años, una de las mayores preocupaciones sobre los centros de datos que alimentan a la inteligencia artificial (IA) radica en el hecho de que consumen enormes cantidades de energía. Lo anterior obviamente plantea importantes preocupaciones ambientales y de sostenibilidad.
En esa línea, y considerando que las tecnologías asociadas a la IA rápidamente están ganando importancia en la economía a raíz de la automatización industrial, e inclusive en la vida cotidiana cortesía de asistentes virtuales en nuestros teléfonos inteligentes, la demanda por la inteligencia artificial aumenta exponencialmente día día.
Pero como este tipo de tecnología depende de grandes centros de datos que requieren cantidades gigantescas de energía eléctrica y agua para funcionar, tanto para el procesamiento de datos como para mantener la temperatura de los servidores, la situación genera preocupación por la crisis climática. “Un artículo estima que, a nivel mundial, la demanda de agua para los centros de datos podría ser la mitad que la del Reino Unido en los próximos años”, plantean en Jacobin.com sobre el “impacto ambiental oculto de la IA”.
En esa línea, y a propósito del lanzamiento de los Resúmenes AI de Google en mayo pasado, el cual comenzó a entregar breves extractos y respuestas con información adicional sobre cada búsqueda, en Jacobin abordaron el “costo invisible” de este tipo de iniciativas
“Cada vez que buscas algo como ‘cuántas piedras debo comer’ y la ‘instantánea’ de la IA de Google te dice ‘al menos una piedra pequeña por día’, estás consumiendo aproximadamente tres vatios-hora de electricidad, según Alex de Vries. , fundador de Digiconomist, una empresa de investigación que explora las consecuencias no deseadas de las tendencias digitales. Eso es diez veces el consumo de energía de una búsqueda tradicional en Google y aproximadamente equivalente a la cantidad de energía utilizada cuando se hablaba durante una hora por teléfono residencial”, remarcaron.
En ese escenario, De Vries calcula que el añadido de IA en las búsquedas de Google podría consumir tanta electricidad como Irlanda.
La IA: un negocio gigantesco
Como los centros de datos no solo consumen electricidad, sino que también generan calor, lo que requiere sistemas adicionales de enfriamiento, la huella de carbono de la IA crece de forma exponencial a medida que sus modelos se vuelven más complejos.
No obstante, las agencias gubernamentales no están siguiendo el uso energético de los centros de datos que operan la inteligencia artificial de Google, Amazon, Microsoft y todo el resto de compañías que se han volcado a la tendencia. No solo eso, esos gigantes tecnológicos gastaron más de $10 millones de dólares en su lobby por la IA.
Por eso no sorprende que las peticiones para acceder a este tipo de información concluye con una entrega incompleta, lo que también ocurre al intentar indagar desde dónde se está generando la energía que requieren los centros de datos.
Pero quizás lo más llamativo de todo es que, por ejemplo, acuerdos están provocando que el costo de este tipo de desarrollo termine siendo pagado por las personas. Es decir, los privados se beneficiarían y los consumidores verían que sus cuentas se vean incrementadas.
“En el estado de Indiana, por ejemplo, los reguladores de servicios públicos aprobaron recientemente un nuevo campus de centro de datos de 800 millones de dólares con Meta Platforms, Inc., propietaria de Facebook y otros servicios de redes sociales. La tarifa secreta negociada para la energía de la instalación ha sido eliminada de documentos públicos, pero lo que se incluyó fue que la infraestructura necesaria para conectar la instalación a la red costará 82 millones de dólares”, explican en el reporte. “La Oficina del Consejero del Consumidor de Servicios Públicos permitió que la instalación trasladara esos costos a los contribuyentes, argumentando que traería inversión de capital al área. Sin embargo, los centros de datos no crean muchos empleos locales”, agregan planteando que la instalación particular de ese centro de datos recibirá una doble subvención, pues estará exenta de impuestos sobre las ventas durante 35 años.
Y en todo ese escenario, la gran duda hoy por hoy es si las grandes tecnológicas responderán a tiempo cuando busquen soluciones más sostenibles para mantener su IA. Mal que mal, Microsoft había prometido que para el año 2030 quedaría libre de carbono, pero su impulso en IA provocó que sus emisiones aumentasen un 30 por ciento en 2023.