La artista conversó con el Diario Pop, y se sinceró sobre la visión de los chilenos sobre la pintura. “En mi círculo cercano de familiares, nadie entiende lo que hago, nadie pregunta tampoco”, confesó.
El rubro de las artes plásticas en Chile no suele tener tanta visibilidad como otras expresiones, pero para Carolina Muñoz eso no fue un impedimento para querer vivir de la pintura. La licenciada en Artes Visuales de la Pontificia Universidad Católica regresó al país para presentar su serie “This is a Sensitive World”, una muestra con la que cautivó en Nueva York, y que ahora aterriza de manera gratuita en la Sala de Arte CCU.
Desde el 7 de enero hasta el 22 de febrero la artista estará exponiendo su trabajo en el recinto de Las Condes. Desde su departamento/taller en Santiago, Carolina conversó con La Cuarta y reveló quiénes han sido sus inspiradores y de dónde surge su creatividad, junto con invitar a la gente a vivir una experiencia inmersiva con sus obras.
“Espero que vaya más gente a ver la expo, quizás personas que no son cercanas al arte también, para abrirse un poco a lo que es la pintura, expandirse a nuevos mundos. La muestra en general quedó bastante buena porque es una experiencia inmersiva, por todo el trabajo que hay detrás”, señaló la artista al Diario Pop.
¿Cuál es el mensaje que buscas transmitir con “This is a Sensitive World”?
—No sé si busco transmitir un mensaje, la verdad es que me dedico al arte porque estoy siempre en una búsqueda. En la búsqueda de la técnica, la búsqueda de mejorar, búsqueda muy personal, es como…no sé si decir individualista, pero es más que nada una búsqueda interna y personal, siempre estoy trabajando distintas temáticas, hay intereses puntuales que se repiten, pero es más que nada la necesidad de hacer obras, siempre estar haciendo lo que sé hacer.
Su paso por Nueva York
Carolina Muñoz tuvo el privilegio de viajar a Nueva York, una de las ciudades más cercanas al arte en el mundo, donde pudo compartir codo a codo con otros exponentes de la pintura, y vivir una experiencia inolvidable. Esto fue posible con la ayuda de la Beca Arte CCU, que financió gran parte de los gastos de su viaje.
“La experiencia fue súper intensa, fue increíble, conocí mucha gente, muchos artistas. Tenía un taller gigante, fue una experiencia súper enriquecedora para mi carrera, conocí muchas galerías, vi obras en museos que solamente había visto en fotografías o en internet, entonces ver esas cosas en vivo es súper importante en realidad, porque es una diferencia absoluta”, comentó.
Respecto a la ayuda que le proporcionó el beneficio, señaló: “El respaldo de la beca fue súper grande, me sentía segura, me sentía apoyada. Aunque estaba sola, igual me hice varios amigos en la residencia, donde éramos 35 artistas trabajando todos con su taller. Entonces almorzábamos juntos, salíamos, hablábamos de arte y de la vida cotidiana”.
“Todos manejaban el inglés como su segundo idioma, y no es que fueran solo gente de plata, sino que tienen inserto eso ellos. Por ejemplo, habían coreanos, europeos, de Japón, gente de distintas partes del mundo. No fui con un inglés avanzado, sino que fui aprendiendo allá y me pude manejar, pero también había cosas que no entendía. Yo creo que entendía un 60% de lo que me hablaban, no era tan fácil”, confesó.
Pasar de Nueva York a la Sala de Arte CCU es una gran oportunidad para acercar a la gente al arte. ¿Crees que el chileno en general es cercano a las artes plásticas?
—A mí me parece que no, me parece que falta mucho. Falta mucha cultura y falta mucho interés, por ejemplo de mi círculo cercano de familiares, nadie entiende lo que hago, o sea, nadie pregunta tampoco. No se interesan por lo que yo hago en realidad y de hecho hay mucha gente que yo no conozco que se interesa mucho, y valora lo que yo hago. Entonces ahí me doy cuenta de que la gente está muy inmersa en su mundo, está muy inmersa en ganar plata, cosas muy superfluas y no se nutren de literatura o el buen cine ni del arte.
¿Sientes que el arte es poco valorado en Chile?
Sí, es poco valorado. La gente está en otro mundo, cree que uno no vive de esto. O sea, es difícil insertarse en el mundo del arte, pero uno puede vivir de esto, siempre esforzándose. Yo no vengo de una familia de plata, entonces he tenido que partir muy de abajo, con mucho esfuerzo, pero se puede hacer, se puede vivir del arte y la gente cree que uno se muere de hambre, o que solamente lo hacemos por amor al arte. Lo ven desde el desconocimiento en realidad.
Su inspiración
Las pinturas de Carolina incorporan varios elementos de artistas abstractos, con una inspiración visible en algunos de los principales referentes de la pintura flamenca del siglo XV o XVI. Además de sumar a figuras insignes de la cultura pop que hacen más lúdicas sus obras.
¿Qué artistas te hicieron acercarte a la pintura?
—Yo veo mucho arte, de todo tipo. Estoy muy abierta a todo tipo de arte, pero en términos de pintura hay artistas desde lo clásico a lo contemporáneo que me gustan mucho, y sigo investigando también las vidas de los artistas. Como artistas clásicos, por ejemplo, Brueghel y El Bosco, Jan Van Eyck. Hay un artista que me gusta mucho, Philip Guston que es un artista como de los 70 más o menos, me gusta mucho su historia de vida, como que me anima mucho a mí a hacer lo que hago, porque lo que yo hago no es del gusto de todo el mundo, es como raro, extraño, incómodo a veces, entonces él partió haciendo murales, y luego se volcó hacia el arte abstracto y era amigo de Jackson Pollock, de Mark Rothko, de Willem de Kooning. Pero después decidió que ya no quería hacer arte abstracto, eso no le llenaba, y empezó a hacer caricaturas. Siempre estuvo muy clavado con el tema del Ku Klux Klan, un tema muy político, pero siempre como desde la caricatura, muchas de las obras que yo hice me guié por su paleta de color.
¿Qué cosas te inspiran?
—Me inspira mucho la caricatura, los dibujos animados pero como de los años 30, o también de la época de Ren y Stimpy, y dibujos animados que no son tan conocidos en realidad. Me gusta mucho en la animación eso de la repetición de un frame, por ejemplo que se repite cuando hay movimiento.
También me inspira la realidad, la gente en la calle, pero no cualquier persona, estuve mucho rondando como afuera de La Vega, Estación Mapocho, por ahí y hay mucha gente extraña, donde uno no logra entender lo que están haciendo y eso a mí me abre la imaginación, hay muchos que yo les digo ‘individuos de comportamiento abstracto’, porque no se alcanza a entender lo que están haciendo.
¿Dirías que tu trabajo es una crítica social?
—Yo no sé si es una crítica social, no diría que es una crítica social. Yo diría que más bien algo más psiquiátrico o psicológico, así como tratar de entender la ejecución de una acción, porque no cuestiono porqué esta gente está ahí en la calle o tampoco critico al estado, sino que es más bien una observación súper puntual.