El siguiente artículo contiene spoilers —que de seguro ya todos manejan— del manga de Jujutsu Kaisen. Aquí, un repaso del impacto que tuvo y sigue teniendo el anime en nuestro país.
Las imágenes se esparcieron como un virus la penúltima semana de septiembre. Originalmente, a modo de meme, ocurrencia de uno o más seguidores del anime Jujutsu Kaisen. Pero luego, convalidadas por cientos de otakus de distintas partes del mundo con ayuda de las redes sociales, el carácter de difusión ya era otro: asomaba ahí algo más; algo parecido al orgullo. En concreto, en el andén del metro de Santiago, estación Universidad de Chile, a unos pasos de la salida a calle Estado, la gigantografía publicitaria de la segunda temporada de Jujutsu Kaisen, con el queridísimo personaje Satoru Gojo como protagonista, apareció “intervenida”: un cuadro del propio Gojo al nivel del piso, con unas pocas velas y flores desperdigadas y una dedicatoria sobre papel, pegada al costado de su rostro. “Roate (róbate) el cielo, mi xan”, decía.
Esa humorada, que pronto devino en algo acaso mucho más importante, era una respuesta a los sucesos que marcaron el “infame” capítulo 236 del manga escrito por Gege Akutami. Fue allí que Satoru Gojo —uno de sus protagonistas, pelo grisáceo, ojos magníficamente azules, gracioso, cercano, considerado el hechicero más fuerte, maestro de la clase de primer año de la escuela de magia de Tokio, dueño del poder de los seis ojos— cayó inesperadamente en batalla ante Ryōmen Sukuna, el rey de las maldiciones, antagonista principal de la ficción.
La improbable despedida en clave de animita, ya viralizada incluso en medios de tiraje nacional, propició que otros fanáticos acérrimos del anime se afiliaran a la cruzada y dejaran sus “ofrendas” en la imagen promocional. De ahí que, al cabo de unas horas, a ese primer mensaje y las velas se sumaron decenas de cartas, autoadhesivos, postales, dibujos, más flores e inclusive los lentes circulares que lucía el hechicero.
Es más, alrededor de su rostro se pueden contabilizar más de treinta rastros de besos con diferentes tonos labiales. (Lo que también se puede constatar en el rostro de su excompañero, Suguru Geto, ubicado a su izquierda).
Algunos mensajes:
“Gracias por enseñarme a ser una mejor persona”; “Mi mamá me dio la vida, Gojo las ganas de vivirla”; “Eres y siempre serás el amor de mi vida, atte: tu polola”; “Vuela alto mi rey”; “Me niego a creerlo”; “Yo tengo fe, él vive”; “Siempre estarás vivo en mi corazón”.
Desde Metro, de buenas a primeras, no sabían cómo reaccionar. Inicialmente resolvieron retirar todo, “para evitar posibles problemas”.
Así las cosas, en las distintas redes sociales comenzaron a divulgarse, con desazón, imágenes y grabaciones de la limpieza que tuvo lugar el viernes, y claro, de lo que sucedería después: guardias de la estación estratégicamente ubicados delante de la gigantografía para impedir que los otakus nacionales volvieran a levantar el altar. Pero ya era demasiado tarde:
“En Tik-Tok se viralizó, empezaron a organizarse para poner flores, velas con pilas, post-it y mensajes”, reveló Fernanda Nam, gestora de comunidades digitales, en el sitio web del ferrocarril metropolitano. “Fue súper impactante ver a la gente yendo, porque una cosa es el comentario y otra cosa es que vayan ya a la estación a dejar ofrendas y hacer una animita. La verdad, por todas las redes sociales llegaron comentarios”.
En definitiva, no les quedó de otra que permitirlo.
“Hola, agradecemos sus ofrendas a Gojo. Pueden dejar sus mensajitos y stickers. Considera que las flores serán retiradas al término del servicio, y no dejar objetos peligrosos como velas u objetos que obstruyan el paso hacia el andén”, publicaron desde su cuenta oficial de Twitter. Y por si fuera poco, más tarde ocuparon su figura para dejar algún mensaje.
A propósito, el viernes, podemos imaginar que a la misma hora que los seguidores de Jujutsu Kaisen se organizaban en masa para despedir a Satoru Gojo, en las estaciones Tobalaba, Baquedano y Universidad de Chile, otros cientos de amantes de la animación japonesa aguardaban su turno en medio de infinitas filas para adquirir las tarjetas Bip! con temática de Genshin Impact, popular videojuego chino que presenta una estética idéntica a la de los dibujos nipones. A las quince pe eme ya se habían agotado todas.
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Un breve inciso para entender antes de continuar:
Otaku es un concepto japonés que no forma parte de la Real Academia Española (RAE), sin embargo, de este lado del charco se le llama así a la persona que suele ser muy aficionada al anime y al manga.
Manga es un tipo de cómic y/o novela gráfica que tiene su origen en Japón. Como característica principal, habitualmente se publica en capítulos semanales o mensuales a través de grandes revistas (la Weekly Shonen Jump, por ejemplo). Está estrechamente vinculado a la cultura y sociedad japonesa, su público objetivo. Los temas más comunes son el romance, deportes, ciencia ficción, fantasía o terror.
El anime, en cambio, es como se conoce al género de animación japonés, o dicho de otra forma, los dibujos animados de origen japonés. Es un arte vinculado estrechamente al manga, es decir, la mayoría de las veces sus títulos son creados a partir de una de estas historietas. (El anime de Jujutsu Kaisen sigue la trama del manga homónimo, que va bastante más avanzado. Actualmente, se encuentra en emisión y, al cierre de este artículo, cuenta con dos temporadas. El jueves 28 de septiembre se estrenó el capítulo 34, titulado Confusión, correspondiente al arco del incidente de Shibuya).
Jujutsu Kaisen es un manga ideado por Gege Akutami y publicado por la editorial Shūeisha en su revista Shūkan Shōnen Jump desde marzo de 2018. El puntapié inicial de la historia tiene como protagonista a Yūji Itadori, joven y peculiar estudiante que decide unirse a una organización secreta de hechiceros para matar al rey de las maldiciones, Ryōmen Sukuna, después de haberse convertido en su “recipiente”. Su éxito, con veintitrés volúmenes publicados a la fecha, impulsó una también exitosa adaptación al anime a cargo del estudio Mappa en octubre de 2020.
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Las pistas siempre estuvieron ahí, al alcance de todos.
Desde hace mucho que Chile es un país consumidor de anime, aun cuando ahora haya quedado más patente con el caso animita.
Acaso la prueba más verosímil sea que aquí, en nuestro país, se le atribuye a Pipiripao —franjeado infantil que se transmitió entre 1984 y 2003— la responsabilidad de difundir por vez primera los dibujos nipones. Candy Candy, Marco, Ángel, la niña de las flores, Capitán Futuro, Súper agente Cobra, Mazinger Z, entre tantos títulos que acompañaron a una generación.
“Fue muy impactante esto de los monos japoneses”, recordaba hace unos meses el conductor del espacio, Roberto Nicolini, en charla con el diario pop.
“Había ejecutivos del canal, Carlos Morales y Genoveva Cornejo”, explicó luego, “que revisaban todo el material. Porque cuando te venden los monos japoneses, venden todo, lo bueno y lo menos bueno. Entonces, había material que era pa’ exhibirlo y otro que no, nomás. Porque el anime en Japón también es para adultos. Entonces ellos se daban la lata de revisar todos los capítulos y poderlos aprobar para que estuvieran al aire”.
Y entregaba algunos detalles de su impacto: “Los japoneses hicieron un formato de telenovela, como era Marco, Candy, Ángel, Heidi. Aplicaron un formato de telenovela, porque descubrieron que acá se consumía eso. Entonces el melodrama la llevaba. Y eso fue muy impactante; el modo cómo Japón se vende como país”.
“Japón se vendió como país con la cultura de los monos animados, del anime, con su comida, con los autos, los electrodomésticos. Fue una invasión, una venta-país lo que hicieron. Y a mí me gustó mucho el relato y me gusta mucho el relato de esa parte del anime, de ese formato”, completó.
El club de los tigritos, de Chilevisión, suplió a Pipiripao en esa noble tarea de exhibir series de anime desde su irrupción, a mediados de los noventa. De hecho, la popularidad que acapararon ficciones como Los Caballeros del Zodíaco o Sailor Moon, permitieron prescindir del formato original, venezolano, y avanzar hacia uno propio, con los dibujos como ancla.
Algunos destacados, a continuación:
Los Caballeros del Zodíaco (Saint Seiya), Slam Dunk, Los Justicieros (Slayers), Sailor Moon, Pokémon, Ranma ½, Detective Conan, Sakura Card Captors, Kinnikuman, InuYasha, Samurái X (Rurouni Kenshin), Cazador X (Hunter x Hunter), Orphen, Los Supercampeones (Captain Tsubasa), Zoids, La familia crece (Marmalade Boy), Neon Genesis Evangelion.
Más tarde, y hasta 2008, Invasión, espacio más juvenil conducido por Matías Vega e Isabel Fernández, prolongó por un tiempo más el mundillo del anime, y a ese catálogo de clásicos instantáneos, se agregaron títulos no menos cruciales como Fullmetal Alchemist, One Piece, Naruto o Espíritu de lucha (Hajime no Ippo).
Por cierto, volviendo unos años, aunque su fuerte eran los dibujos animados occidentales, es imposible no consignar la popularidad de Zoolo TV en Mega con Dragon Ball y sus secuelas como bandera. De seguro, más de alguno recordará la competencia formato karaoke en la que niños asistían al programa del Kiwi para interpretar el segundo ending de la serie, Angel, ¡en japonés!, y así ganarse una consola de videojuegos.
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Metro de Santiago, luego de dar marcha atrás a la remoción de las ofrendas para Satoru Gojo, comunicó que la publicidad de Jujutsu Kaisen, una campaña en colaboración con la plataforma estadounidense Crunchyroll, permanecerá hasta que acabe septiembre. Es decir, los mensajes, dibujos y dedicatorias se conservarán como mucho hasta este domingo.
De todos modos, la semilla ya parece estar plantada…
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