Según una reciente investigación, tomar bebidas alcohólicas en gran cantidad promueve “la aparición de deficiencias en el aprendizaje espacial y la memoria”. En conclusión, la predisposición genética y el copete son una mala mezcla.
Según una reciente investigación publicada en la revista ENeuro, el consumo excesivo de alcohol puede “impulsar el deterioro cognitivo y las firmas de expresión génica en torno a la enfermedad neurodegenerativa”, según informó La Tercera.
Lo mismo aseguran los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), quienes advierten sobre una serie de problemas de salud a largo plazo como consecuencia de la ingesta de estos bebestibles.
El tema con las bebidas alcohólicas es que la gente no suele tener noción de cuándo se ha excedido en su consumo. Según CDC, beber en exceso también son “atracones de alcohol, beber demasiado y cualquier consumo de alcohol por parte de mujeres embarazadas o personas menores de 21 años”.
Según declaraciones de los autores del estudio, el Alzheimer es la enfermedad neurodegenerativa más frecuente en la población en todo el mundo.
Predisposición genética y alcohol: una mala mezcla
Y pese a la existencia de “factores de riesgo ambientales y genéticos”, la influencia que tiene el alcohol en esta demencia ha sido poco estudiada: “El alcohol ha recibido una atención limitada como factor de riesgo potencial para la enfermedad de Alzheimer”.
Las consecuencias aparecen cuando se mezcla un historial por intoxicación por alcohol “con la susceptibilidad genética a la enfermedad de Alzheimer sobre el rendimiento cognitivo y la expresión génica a nivel unicelular”.
“Descubrimos que un historial de intoxicación repetida por alcohol promueve la aparición de deficiencias en el aprendizaje espacial y la memoria en ratones presintomáticos transgénicos triples AD (3xTg-AD)”, indicaron.
También demostraron que podía conducir a “cambios transcripcionales en la corteza prefrontal asociados con la progresión de la enfermedad de Alzheimer”.
A inicios de este año, un equipo de científicos de la Universidad Wake Forest (Estados Unidos) publicó un estudio en la revista Neurobiology of Disease sobre este mismo tema.
Y llegaron a la conclusión de que hasta las dosis “modestas” de alcohol podían relacionarse con la aceleración del Alzheimer, ya que promovían la pérdida de células cerebrales y el incremento de placas amiloides.
También podrían generar una alteración en la ansiedad y conductas asociadas a la demencia. ”Estos hallazgos sugieren que el alcohol podría acelerar la cascada patológica de la enfermedad de Alzheimer en sus primeras etapas”, aseguró Shannon Macauley, una de las científicas del estudio.
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