Tras enamorarse de un catequista, una colombiana dejó atrás ocho años en el convento, dejó los hábitos religiosos y comenzó una nueva vida. Hoy, de hecho, es reconocida en la plataforma de contenido para adultos.
Yudy Pineda se llama la mujer que por estos días ha hecho noticia en Colombia como consecuencia de su increíble historia.
Parte más o menos así: desde muy temprana edad, la muchacha comenzó su vida religiosa. A los 10 años decidió que quería formar parte de un convento.
“Me enamoré de la vocación de las monjas que me daban clases y decidí irme con ellas, quería ser como ellas porque se veían como tan puras”, explicó en una entrevista que concedió a la periodista Amaranta Hank.
Allí se mantuvo feliz por ocho años. Sin embargo, todo cambió de golpe cuando conoció a su profesor de catequesis. Entonces, por primera vez conoció el amor.
En sus palabras, Yudy se enamoró perdidamente del hombre y no midió las consecuencias. Desde entonces, se dio cuenta de que probablemente el convento no era lo suyo, de modo que al poco tiempo lo abandonó.
Debió empezar de cero. Trabajó, por ejemplo, como promotora de empresas, entre otros. Pero su destino, finalmente, sería otro radicalmente opuesto…
Una amiga de Yudy se acercó para ofrecerle un laburo que nunca imaginó: el mundo de las webcams.
“Mira que me ofrecieron un trabajo como modelo webcam. Sí, se gana súper bien, yo te contacto con la persona encargada”, le dijo ella para convencerla.
En una entrevista concedida a Telemundo el 2019, la colombiana explicó que con su nuevo trabajo llegó a ganar cerca de 2.500 dólares mensuales.
Pero sería apenas el comienzo. Con el paso del tiempo, Pineda recibió ofertas para ingresar al mundo de la industria para adultos y aceptó. Hoy se considera una actriz porno y, además, vende contenido en la plataforma de OnlyFans:
“A las personas que me critican mucho les digo, no importa a qué me dedico, pero Dios siempre va conmigo, así sea una actriz, una modelo, Dios siempre está conmigo”, se defendió ella, en la conversación con Hawk, de paso reconociendo que sigue siendo muy creyente.
Aunque reconoció que “al principio me sentía mal”, sostuvo que ahora “me siento súper bien cuando voy (a la iglesia). Siento mucha paz, mucha tranquilidad. Cuando entro, trato de ir lo más decente que pueda. Tampoco falto los viernes al grupo de oración, los sábados de vigilia y los domingos a misa”.
“Mi empleo es digno y artístico. No tiene nada de malo”, concluyó.