Un hombre británico relató su experiencia tras participar en un ensayo clínico que solo es recomendado para infecciones graves por una bacteria que puede causar diarrea y otros problemas intestinales más serios.
Un trasplante de microbiota fecal (TMF) es un procedimiento inusual que busca trasplantar bacterias intestinales saludables de donantes a pacientes. En el Reino Unido está formalmente recomendado solo para infecciones graves por clostridium difficile, una bacteria que puede causar diarrea y afecciones intestinales más serias, aunque actualmente se está investigando su uso para otras enfermedades.
Lo anterior sale a colación por el caso de Rick Dallaway, un hombre de 50 años que participa en un ensayo clínico de trasplantes fecales en la Universidad de Birmingham con el fin de tratar su colangitis esclerosante primaria (CEP), una rara enfermedad hepática sin cura que afecta a 6-7 de cada 100,000 personas en el Reino Unido y que acorta la esperanza de vida entre 17 y 20 años.
“La idea de un trasplante de heces es ciertamente extraña (...) pero no es sólo un trozo de caca. es tratada, está en un laboratorio”, recalcó Dallaway a la BBC.
El procedimiento de TMF no es la primera opción terapéutica, y obviamente puede causar incomodidad cultural y personal a raíz de lo inusual del trasplante, pero Dallaway y otros pacientes confían en su potencial, esperando que estos ensayos conduzcan a tratamientos más efectivos.
“No hay vergüenza ni consternación. Si hay una posibilidad de que funcione, ¿por qué no?’ Esa es la reacción que tuve de amigos y familiares”, explicó el paciente.
La historia y los riesgos del TMF
El uso de materia fecal para tratar enfermedades del colon se originó en la India hace más de 3000 años, con recomendaciones en textos antiguos de Ayurveda, la medicina tradicional integrativa originario del subcontinente indio. Por su parte, la medicina china del siglo IV también menciona su uso para tratar intoxicaciones alimentarias y diarrea severa. En la dinastía Ming, el médico Li Shizhen utilizó “sopa amarilla” con heces para tratar enfermedades abdominales.
En la medicina occidental, el primer uso registrado de trasplante de microbiota fecal fue en 1958 por Ben Eiseman para tratar una colitis pseudomembranosa. En 1988, Thomas Borody comenzó a tratar colitis ulcerosa con TMF, logrando resultados positivos. El primer ensayo controlado para la infección por Clostridium difficile se publicó en 2013, mostrando una alta efectividad con el 81% de los pacientes curados después de una infusión y más del 90% después de una segunda.
Pero también hay que indicar que la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) en el pasado emitió una alerta de seguridad sobre el riesgo potencial de infecciones graves, incluso potencialmente mortales, relacionadas con este tipo de trasplante.
La alerta se realizó en marzo de 2020 después de que seis pacientes se infectaran tras el procedimiento con la bacteria Escherichia coli.
Pero el procedimiento de Dalllaway lo llevó a cabo el Centro de Tratamiento del Microbioma (MTC) de la Universidad de Birmingham, en donde se realiza un proceso de selección que incluye el historial médico detallado de los donantes de heces, incluyendo pruebas de detección de elementos contagiosos en la sangre y los propios excrementos. Todo eso busca reducir el riesgo de infecciones.
En todo esto también hay un factor económico, ya que una muestra de TMF, que se conserva congelada hasta por 12 meses para garantizar su seguridad y eficacia, cuesta alrededor de $1,700 dólares, un costo mucho más bajo que el tratamiento con antibióticos que deben enfrentar los pacientes afectados por la grave enfermedad.