Este método despierta un acalorado debate entre los expertos. Mientras sus defensores apelan a la eficacia, son varios nutricionistas los que creen que puede derivar en “un trastorno de la conducta alimentaria”. Aun así, pese a los riesgos que conlleva, es largo el listado de rostros que lo sigue.
La última gira que ofreció Luis Miguel por el continente, al margen de las fechas infinitas, estuvo colmada de polémicas.
Podría parecer hasta lógico: se trata de él, de Luis Miguel, rebautizado el Sol de México, probablemente el personaje más célebre y esquivo del pop latinoamericano, un intérprete que colecciona éxitos, premios y dolores por igual. Lo raro, en ese estado de cosas, sería que no lo escoltara alguna controversia. Pero a las quejas habituales —su estado de salud, desgano en determinado show, peleas con su equipo, poca interacción con los presentes— ahora se sumó una acusación muchísimo más grave: en redes sociales se esparció el rumor de que echaba mano a una serie de dobles para sacar adelante sus conciertos. Es más, en Argentina, uno de esos presuntos reemplazos se allanó a hablar en un programa, otorgando cierta validez a esa versión.
La respuesta de Luis Miguel se puede encontrar en una de las pocas entrevistas que aceptó con medios, en 2015, cuando esa clase de murmullos ya merodeaban sus giras: “Ya me acostumbré a que digan cosas así. No es la primera vez. Te acostumbres a ver cosas así, pero realmente lo ignoro. Al principio de mi carrera sí me afectaba, te voy a ser honesto. Al principio sí me preguntaba: ‘¿Por qué dicen algo tan fuerte y tan feo?’. Sin embargo, ya con el tiempo, con los años, te vas haciendo más fuerte”.
Como sea, ésa era apenas una introducción, aquí lo importante es ir al meollo del asunto: ¿por qué apareció la improbable narrativa del doble?
No hay otra forma de responder que su renovada figura. Eso fue lo que, en principio, levantó sospechas.
En concreto, Luis Miguel reapareció en Chile con un físico muy distinto al que exhibió en 2019, cuando visitó el país tras ese remember con el público que propició su serie autobiográfica; esto es, muy delgado, con cerca de veinte kilos menos, al punto de que lucía acaso más “pequeño” que de costumbre. Los más críticos de éste, su nuevo aspecto, acentuaban que incluso las arrugas de su rostro se percibían excesivamente marcadas. ¿Qué le había pasado?, se preguntaban.
“La gente no sabe hasta qué punto la obesidad es una enfermedad. Es inquietante dar esa información y la gente no lo sabe. Hice ayunos intermitentes de 36 horas. Esto me funcionó a mí, pero no es recomendable para todo el mundo”, reconoció él, según el programa español El Hormiguero.
De seguro más de alguno habrá escuchado o leído antes eso del ayuno intermitente, la dieta “milagrosa” que le permitió al Sol volver a un estado físico que le dejara conforme. Pero, ¿de qué se trata?
Y, más importante, ¿por qué él mismo se encargó de destacar que “no es recomendable para todo el mundo”?
¿Conviene realmente el ayuno intermitente?
Si bien pareciera que a medida que corre el tiempo, son cada vez más quienes practican el ayuno intermitente como un recurso “sin igual” para bajar de peso en poco tiempo, no por nada esta clase de dieta desde hace un buen tiempo que genera un acalorado debate académico entre los expertos de la nutrición. Se trata, de hecho, de una batalla bastante reñida.
En unas pocas palabras, este régimen consiste en ingerir alimentos durante un corto lapso de tiempo y luego ayunar —acto de abstenerse total o parcialmente de comer o beber— entre dieciséis y dieciocho horas diarias.
Como resultado, esta restricción favorecería el adelgazamiento mediante un cambio metabólico en el organismo.
Entre quienes se encuentran a favor de esta práctica se encuentra, por caso, el prestigioso doctor David Sinclair. Él, codirector de un centro dedicado al estudio del envejecimiento en la Escuela de Medicina de Harvard, cree que someter al cuerpo a un “modo escasez” supondría retrasar precisamente la vejez y, además, volver más saludable al “paciente”.
En sus palabras, “engañar al organismo haciéndole creer que está en tiempos difíciles, con ayuno y ejercicio, es la manera idónea para sentirnos mejor”, de modo que, en su método, no hay espacio alguno para el picoteo.
El propio doctor Sinclair sostuvo que, con base en verduras y mucha agua, no come más de dos veces al día. “De hecho, si puedo hacerlo solo una vez, mejor. Saltándote comidas tu cuerpo lucha contra el envejecimiento”, aseguró.
Pero como el especialista de Harvard, hay también muchos otros del otro lado, en contra del ayuno intermitente.
La mayoría de sus detractores coinciden en que las dietas con inicio y final no son eficaces en el mediano y largo plazo, porque resultan muy difíciles de sostener y suelen venir acompañadas del tan temido efecto rebote.
Esto, por ejemplo, le comentó el reconocido nutricionista argentino Alberto Cormillot a Infobae:
“Este tipo de dieta es una manera moderna de lo que siempre se conoció como saltear comidas. Sencillamente, no funciona porque las personas cuando van a hacer un día de ayuno o medio día hacen una comida preventiva, es decir que comen menos antes y después comen más para compensar todo lo que no comieron”.
Para el especialista trasandino, “el ayuno intermitente no es una novedad. Muchos nutricionistas recomendaban el régimen de restricción horaria en los años ‘70, pero se dejó de utilizar en la década del ‘80 por la baja efectividad en la mayoría de los pacientes”.
Por otro lado, puntualizó que “se ha comprobado, desde el punto de vista científico, la conveniencia de comer repartido durante el día, por lo menos cuatro veces”.
“Nadie puede vivir restringiendo alimentos”, subrayó, contundente, la nutricionista Romina Pereiro en el mismo medio. “Y ni hablar de cuando no se planifican los alimentos que más nos gustan”.
Para ella, “al proponer un patrón diferente al que estamos acostumbrados, lo primero que manifiestan las personas son ataques de hambre e irritabilidad con impacto emocional y del comportamiento. Esto sucede porque cuando restringen mucho los alimentos es difícil sostenerlo en el tiempo sin generar el efecto contrario: un mayor descontrol, desinhibición de impulsos y emociones negativas”.
Es más, advierte que “en ciertas personas, se corre el riesgo de desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria”.
Pereiro postula que los cambios de hábitos son la medida más eficaz para bajar de peso y poder sostenerlo en el tiempo.
“La obesidad necesita un tratamiento integral que incluya educación alimentaria, actividad física, el manejo de las emociones y que contemple también el placer que nos provoca disfrutar las comidas que más nos gustan. No se trata de sufrir y pasar hambre”, aleccionó.
¿Por qué la prefieren los famosos?
“Yo hago fasting; ayuno 16 horas por ocho, es buenísimo. Yo puedo comer a las 2 de la tarde una res, pero antes de eso solo juguito y así cuidas tu cuerpo antes de entrarle duro a la garnacha”, revelaba hace unos meses Paulina Rubio.
El reconocido actor y presentador español Jorge Fernández, en cambio, fue más preciso sobre su “flexibilidad metabólica”:
“Un día cualquiera termino de cenar a las 21:00. Al día siguiente me levanto a las 7:00, atiendo a mi hijo y hago cosas en casa. Como todavía no tengo hambre real, sobre las 8:30 me voy al gimnasio, me ducho, me hago el DES-AYUNO, y empiezo a desayunar sobre las 11:30. Han pasado casi 15 horas desde mi última ingesta”, resumió en sus redes sociales —publicación que, dicho sea de paso, le generó una buena serie de críticas—.
Jennifer Aniston, Hugh Jackman, Reese Witherspoon, Chris Hemsworth y Nicole Kidman son sólo algunos célebres que también han admitido seguir esta tendencia.
Cada uno tendrá sus motivos, pero en resumidas cuentas, de acuerdo a los expertos y quienes se someten a este régimen, el ayuno intermitente permite adelgazar como mínimo de tres a cinco kilos en un par de meses. Lo único que se necesita es constancia y, claro, ser supervisado por un especialista.
Los horarios más comunes de horario intermitente
Como en todo, hay casos y casos. Si no, basta con retroceder un poco. Están los casos más extremos, como el de Luismi, que admitió “ayunos intermitentes de 36 horas”, o los más comunes, como el de Paulina Rubio. De hecho, su método es el más recomendable:
- 16:8 — Consiste en dieciséis horas de ayuno y ocho de alimentación.
- 20:4 — Lo mismo: veinte horas de ayuno y apenas cuatro para ingerir alimentos.
- 12:12 — Algo más equilibrado; doce horas de ayuno y otras doce para el manye.
- Días alternos — Otra medida algo más extrema, con dos días a la semana de ayuno y otros cinco de normalidad. Aunque esos dos, por cierto, nunca deben ser seguidos.
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