Barry Mannakee fue un guardaespaldas que se ganó la confianza y el amor de la princesa Diana.
Muchos creen que el verdadero amor de la princesa Diana fue el actual rey Carlos III, sin embargo, nada podría estar más lejos de la realidad.
Si bien la princesa se casó enamorada a los 19 años, él jamás sintió lo mismo por ella. Su amor siempre fue Camilla Parker Bowles, y la peor parte es que Diana lo supo desde el principio.
La constante presencia de la amante de su marido en su matrimonio, las estrictas reglas del protocolo real y su propia inmadurez la hicieron caer en peligrosos comportamientos y autolesiones. La princesa desarrolló bulimia y comenzó a autolesionarse para liberar la tensión.
Fue en medio de ese oscuro momento de su vida en que conoció al hombre que la haría sentirse amada y acogida. Hablamos de un agente de seguridad que fue asignado a su protección y a la de sus dos hijos. Su nombre era Barry Mannakee, y pasaba casi todo el día con ella y los niños.
Fue así como se fue ganando su cariño y después su amor, pese a tener 14 años de diferencia, estar casado y tener dos hijos.
El amor después del amor
En la época se especuló que hubo algo más que una relación laboral entre ellos, pero nunca nada se confirmó. En 1992, las cosas cambiaron y fue la misma princesa, sin dar nombres, que confirmó que él fue su verdadero amor.
En el documental Diana, en sus propias palabras, se le puede escuchar hablar del tema. El filme se basa en las entrevistas que sostuvo con su coach vocal Petter Settelen, quien para efectos de los ejercicios grababa las conversaciones.
“Cuando tenía 24 o 25 años, me enamoré profundamente de alguien que trabajaba en este ambiente. Pero lo echaron y luego él fue asesinado”, se le escucha decir. “No me es fácil de hablar de esto”, comentó.
“Eventualmente, él se tuvo que ir y tres semanas después murió en un accidente de moto. Él fue el (amor) más grande que he tenido”, reconoció.
Ese fue un gran dolor para la princesa, quien estuvo dispuesta a dejarlo todo por él. “Quiero decir, yo estaba dispuesta y feliz de abandonar todo esto, y en ese tiempo significaba mucho tener todo esto. Pensaba en marcharme y vivir con él, y él dijo que también pensaba que era buena idea”, recordó.
“Yo necesitaba a alguien que me dijera que estaba todo bien, y él me apoyaba en el sentido de que mentalmente me empujaba, me hacía salir y cumplir mis compromisos, porque yo solía hasta gritar en esta habitación”, explicó.
“Me sentía como una pequeña niña frente a él todo el tiempo, desesperada por elogios, pero desesperada”, relató.
Pero, “todo se tornó muy difícil y la gente se volvió celosa e insidiosa, hasta que finalmente él se tuvo que ir. Y pese a que nunca hubo pruebas de su romance, el príncipe Carlos sabía que era real, al menos así lo pensaba Diana. “No debí haber jugado con fuego, pero lo hice y me quemé”, afirmó.
El accidente que terminó todo
En 1987, Mannakee fue transferido del palacio de Kensington al Escuadrón de Protección Diplomática, con sede en Londres, dejando sola a la princesa.
A los pocos meses, sufrió un accidente fatal, mientras iba de pasajero en la moto que conducía su compañero Steven Peat. El choque ocurrió cuando la moto colisionó con el auto conducido por un adolescente de 17 años. Tanto el joven como Peat resultaron con lesiones leves, mientras que el guardaespaldas falleció en el lugar.
En ese momento se responsabilizó al adolescente por frenar bruscamente, sin embargo, este afirmó años después que no tenía la culpa y que había sido presionado para admitirla.
“Siempre me preguntaré si otras fuerzas siniestras trabajaron esa noche. Aunque nunca podré probarlo, creo con convicción que no fui la causa de muerte de Barry Mannakee”, declaró en una oportunidad.