Muchos piensan que una copa de vino al día es beneficiosa, sin embargo, la realidad es que puede producirnos deterioro cognitivo, cáncer y enfermedades cardíacas.
En Chile, el alcohol es la droga más consumida, con un 80% de las personas mayores de 12 años que reconoce haberlo ingerido al menos una vez en su vida y la mitad de la población que declara haberlo consumido en el último mes, según datos de Senda.
Por décadas se ha advertido sobre los riesgos de consumir estas bebidas, sin embargo, el rol social y gastronómico que el alcohol juega en nuestra cultura perpetúa el mito de que el consumo moderado de alcohol no es dañino.
De hecho, el presidente de la Asociación Gremial de Fabricantes y Distribuidores de Licores y Bebidas Espirituosas de Chile, Juan Pablo Solís, indicó que “como gremio hemos colaborado y generado alianzas para ayudar a impulsar políticas públicas que fomenten los hábitos responsables de consumo”.
Ni una copa es inofensiva
A este punto, es sabido todos los problemas que implican beber alcohol. Desde gastritis, insuficiencia cardiaca a daños severos al hígado, produciendo cirrosis, por nombrar algunos de los más conocidos.
A todo esto tenemos que sumarle las cientos de investigaciones que han confirmado que el consumo de alcohol en cualquier cantidad daña de diferentes formas nuestro cerebro, generando pérdida de la memoria, deterioro del aprendizaje, inflamación de los nervios, e incluso síndrome de Korsakoff.
Una investigación en el medio PLOS Medicine destacó que incluso quienes no beben alcohol en grandes cantidades, presentaron una acumulación de hierro en su tejido cerebral, representando un daño cognitivo importante.
La investigadora y psiquiatra, Anya Topiwala, publicó en NeuroImage Clinical un trabajo que revela cómo a medida que las personas beben, conseguían una menor densidad y volumen de la materia gris, parte fundamental que se encarga de la percepción, el control muscular, la memoria, las emociones y el lenguaje.
Así mismo, no se encontraron variaciones según la bebida que consumieron los participantes del estudio, por lo cual, desmiente tajantemente la idea de que el vino es mejor que la cerveza, por ejemplo.
¡Hay que dejar de beber!
La buena noticia es que dejar de beber alcohol, o disminuir el consumo, sí revierte todos estos problemas a nivel cognitivo y físico.
“Las tres primeras etapas (del daño hepático) son reversibles durante la abstinencia del alcohol”, indicó Paul Thomes, investigador enfocado en el mecanismo del daño orgánico inducido por el alcohol.
Las cifras también dejan en claro que el consumo en Chile no es un asunto menor. Con una de cada diez muertes atribuibles a su ingesta y miles de personas quedando discapacitadas cada año, el impacto en la salud pública y en la calidad de vida es innegable.
A esto se suma el gasto significativo que destinan las personas mensualmente al alcohol, lo que refuerza la importancia de replantear nuestra relación con el alcohol.
Otros beneficios de dejar las estas bebidas son la mejora del sueño y del estado de ánimo, disminución de la depresión y la ansiedad, además de una piel más linda y sana.
Reducir o eliminar su consumo no solo tiene beneficios individuales, sino que también es una medida clave para mejorar la salud y el bienestar de la sociedad en su conjunto.